Después de la formulación de la teoría de la relatividad general, Einstein reivindicó el concepto de éter, que él mismo había creído desterrar de la fisica con la formulación de la relatividad especial. A partir de 1918 sostuvo que la relatividad general, al dotar al espacio-tiempo de propiedades fisicas, implicaba la existencia de un éter gravitatorio, el cual, sin embargo, debía concebirse como carente de toda propiedad mecánica, incluso la de moviotiento o de reposo. De esta manera, identificó el éter gravitatorio con el espacio-tiempo de la relatividad general