En trabajos anteriores hemos expuesto algunas elucidaciones (desde la postura anti-antiwhig a
la que adherimos) acerca de la mecánica, la materia, y algunas de las diversas corrientes que
fluyen como subtradiciones del mecanicismo. En particular, nos hemos dedicado a dos
corrientes importantes. el mecanicismo reduccionista y el mecanicismo clásico. Recordaremos
que nuestra caracterización de "mecanicismo" estaba condicionada por una previa noción de
"mecánica", a la que concebíamos como la disciplina destinada a investigar la evolución
espacio-temporal de los cuerpos, cualitativa o cuantitativa, cuando otros cuerpos ejercen (o no)
acciones sobre ellos. En su seno se elaboran teorías mecánicas, cambiantes con el tiempo. Esta
acepción de "mecánica" tiene un sentido amplio y flexible, permite que nos refiramos a ella en
diferentes momentos históricos y es independiente de que al término se lo emplease o no en el
período que estemos analizando. También destacábamos que ella nos provee de inmunidad
frente al problema de las "explicaciones más profundas", no mecánicas, invocadas por
científicos-filósofos del siglo XVII y comienzos del XVIII, tales como las que involucran
"espíritus activos", "principios activos" o "acciones divinas" para justificar las interacciones
entre cuerpos.
La nota distintiva del mecanicismo reduccionista era la siguiente:
• Todos los fenómenos se explican en primera instancia (si bien no necesariamente en última
instancia), a partir de alguna teoría mecánica.
La nota distintiva del mecanicismo clásico era, en cambio.
• Todos los fenómenos se explican en primera instancia (si bien no necesariamente en última instancia), a partir del orden causal, matematizado, de la naturaleza espacio-temporal, con
leyes reversibles y deterministas.
Analizamos en los trabajos mencionados algunos casos históricos comprendidos entre la
Antigüedad y el siglo XVIL Llegábamos a la conclusión de que a los puntos de vista de
Aristóteles no se los puede considerar mecanicistas con relación a ninguna de las dos
corrientes, mientras que los antiguos atomistas (Leucipo, Demócrito) y sus seguidores
(Epicuro, Lucrecio) podían ser considerados mecanicistas reduccionistas mas no clásicos. Lo
mismo sucedía con los llamados "maquinistas" del Renacimiento, como Tartaglia,
mecanicistas reduccionistas en los que, sin embargo, dado el recurso sistemático a la
matemática, ya se advierten signos del mecanismo clásico. A Descartes y a Newton, en
cambio, los consideramos claramente mecanicistas, con relación a ambas corrientes.
Incorporamos aquí otros dos casos: los de Boyle y Galileo