Desde hace dos décadas desciende en el mundo el consumo de vino de forma
continuada en dos millones de hectólitros aproximadamente al año (RODRÍGUEZ
DE LA CRUZ, 1994), lo que ha llevado al arranque de plantaciones en la Unión Europea
y Argentina hasta muy recientemente, sin alcanzarse a veces los efectos
buscados debido al aumento de los rendimientos (BARDAJÍ AZCÁRATE, 1994