Bajo el término de humedales se incluye una amplia serie de espacios lacustres, pantanosos o,
simplemente, encharcados que siempre han ejercido una notable influencia sobre los moradores de sus
entornos. En ella destacan, como elementos favorables, la utilización de sus aguas y, en ocasiones, la
explotación de sus precipitados; pero han ofrecido también aspectos muy negativos en lo que respecta
a la imposibilidad del aprovechamiento agrario de sus cubetas y, sobre todo, a los efectos nocivos que
conllevaron sus estancadas aguas al ser un foco palúdico que diezmó a los lugareños de numerosos territorios
en el pasado. Estos efectos perjudiciales motivaron que muchos humedales, especialmente los
emplazados cerca de los núcleos de población, fueran objeto de tentativas de desecación destinadas a
su eliminación desde épocas relativamente tempranas.
El objeto de este trabajo es dar a conocer los planes de desecación ideados en los inicios del siglo xix
para un conjunto de humedales del centro peninsular (La Mancha y Campo de Calatrava) y que, en su
mayoría, no se llevaron a cabo debido a la guerra de la Independencia y al elevado coste de muchas de
aquellas iniciativas. El análisis de los proyectos pone de manifiesto no solo el enorme impacto que los
encharcamientos tenían en las localidades inmediatas, sino también la responsabilidad originada por
la gran recurrencia de eventos de inundación que asolaron los campos de estas regiones. Dos hechos
primordiales convergieron en este fenómeno, por un lado, los eventos meteorológicos vinculados a la Pequeña Edad del Hielo y, por otro, las inadecuadas actuaciones antrópicas sobre las vertientes, cauces fluviales y sus llanuras de inundació