Procesos provenientes de diferentes orígenes y dimensiones han planteado cuestionamientos alrededor de la calidad de las democracias y de sus fundamentos normativos, marcando la denominada «crisis de la democracia». En el eje de los procesos políticos, especialmente con relación a la construcción de sujetos colectivos y de su representación en contextos democráticos, el populismo ha sido movilizado como importante clave explicativa. Diferentes diagnósticos han sido ofrecidos a su respeto: de un lado, quienes lo interpretan como dimensión propia del político y apuestan en su capacidad de radicalizar las democracias, como se nota en las teorías de Ernesto Laclau y de Chantal Mouffe; de otro lado, la interpretación de que el populismo altera la naturaleza de las democracias, desfigurándolas, al disputar sus elementos normativos distintivos, como en el análisis de Nadia Urbinati. Ambos posicionamientos retoman la noción de soberanía popular, disputando el papel del populismo en la constitución de (nuevas) formas de movilización política y accionamiento de diferentes identidades colectivas en conflictos políticos actuales. Este artículo busca retomar dichas interpretaciones para problematizar ese aspecto de la compleja relación entre populismo y democracia.Processes from different origins and dimensions -institutional, economic, political and social- expose questions about the quality of democracies and their normative foundations, marking the so-called «democracy crisis». On the axis of political processes, especially in relation to the construction of collective subjects and their representation in democratic contexts, populism has been mobilized as an important explanatory key and different diagnoses have been offered about it: on the one hand, there are those who interpret it as a dimension of politics and they bet on its ability to radicalize democracies, as seen in the theories of Ernesto Laclau and Chantal Mouffe; on the other hand, there is the interpretation that populism alters the nature of democracies, above all, disfiguring it by disputing its distinctive normative elements, as in Nadia Urbinati's analysis. Both positions, however, resume the notion of popular sovereignty, disputing the role of populism in the constitution of (new) forms of political mobilization and activation of different collective identities in current political conflicts. This article seeks to take up such interpretations to problematize this aspect of the complex relationship between populism and democracy