Impactos y gestión de erupciones volcánicas en Argentina: una mirada interdisciplinaria sobre el ciclo eruptivo 2018-2019 del volcán Peteroa

Abstract

Argentina es un extenso país con numerosas evidencias de actividad volcánica. Sin considerar el volcanismo antártico (e.g. Isla Decepción, en las Shetland del Sur), en el país existen 38 volcanes con registro de actividad holocena, 20 enteramente en territorio argentino y 18 en el límite internacional con Chile (García y Badi, 2021). La totalidad de estos sistemas volcánicos activos se encuentran emplazados en el extremo occidental del territorio. Sin embargo, al pensar en las posibles consecuencias de la actividad volcánica en el país, también deben considerarse los más de 70 volcanes activos ubicados íntegramente en territorio chileno (Amigo, 2021). Más allá de los procesos circunscritos a las inmediaciones de los edificios volcánicos (e.g. corrientes piroclásticas, flujos de lava, lahares), el principal peligro volcánico para el territorio argentino es la caída de tefra. En particular, la fracción tamaño ceniza (diámetro 1 km³–, han ocasionado una multiplicidad de impactos adversos, tanto en el ambiente, como en la economía y la vida cotidiana de las personas (Craig et al., 2016). Pero además de estas erupciones de moderada a gran magnitud, en los Andes también ocurren erupciones menores. Este tipo de erupciones, por lo general, no adquieren trascendencia mediática ni ocupan un espacio de relevancia en la agenda pública nacional. Esta invisibilización, en parte, puede entenderse al observar la distribución demográfica de Argentina que indica que los principales núcleos urbanos se encuentran mayormente alejados de los sistemas volcánicos activos. En este sentido, resulta sencillo imaginar que estas pequeñas erupciones, de volcanes emplazados en rincones remotos del país no afectan a nadie. Pero, ¿cuánto de cierto hay en esta afirmación? ¿Qué ocurre con los pobladores rurales que habitan estos territorios? En este trabajo nos adentramos en una de estas áreas remotas de la cordillera de los Andes con el objetivo de dar respuesta a estos interrogantes. Más específicamente, visitamos la cuenca alta del Río Grande en la provincia de Mendoza; zona que fue afectada por la erupción del volcán Peteroa en 2018-2019 (Fig. 1). El interés de nuestra investigación se centra no solo en comprender los efectos de esta erupción en el ambiente y las personas sino también en analizar la gestión de una crisis volcánica en un territorio andino constituido predominantemente por población rural. Para esto conformamos un equipo de trabajo interdisciplinario e implementamos, de manera combinada, herramientas de las ciencias sociales y naturales

    Similar works