Marcos-Marín, Francisco A.

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LECTURAS Y LECCIÓN DE LA IARCHA VIIEl año 1994 aportó diversas innovaciones en la bibliografía de las jarchasy parece necesaria una nueva síntesis, por más que (o precisamenteporque) algtmas de esas innovaciones son o tratan de ser sintéticas. Dos nosparecen especialmente destacables, el artículo de Corriente (1993) y el librode Galmés (1994), aunque también ha habido otras, especialmente las quepretenden hacer una presentación del problema desde la perspectivalingüística, perspectiva que, por cierto, es también fundamental enCorriente y no ajena, en ningún modo, al propio Galmés, aunque sea en lalínea filológica más tradicional. De esas otras aportaciones, no obstante,tendremos que ocupamos en otro momento.La discusión sobre jarchas, por otro lado, hace mucho que abando­nó su carácter de trabajo cooperativo y de contribución desde diversossaberes a una solución aceptable. Cabe incluso preguntarse si alguna vezfue así en realidad, o si el tono amable no pasó de una ficción sobre el papelcuando todavía estábamos en la situación de nemine discrepante. En cual­quier caso, quien escribe ahora sobre jarchas ya sabe lo que le espera ypuede perfectamente prescindir de la captatio.Primero el zéjelStem precisó cuál es la principal diferencia estructural entre el zéjely la muasaja. Dejando de lado la diferencia lingüística, con el primerocompuesto en hispanoárabe y la segtmda en árabe clásico, el zéjel propia­mente dicho muestra en sus vueltas (marákïz) la mitad de las rimas y laestructura métrica del prólogo o preludio (AA bbba AA ccca AA ddda, etc.),mientras que la muasaja reproduce en sus vueltas el esquema completo dela rima y la estructura métrica del preludio (AA bbbaa AA cccaa AA dddaa,etc.) (Stem: 1974, 53). El zéjel propiamente dicho no tiene jarcha, aunque,155 lnc1'¡r1't,X'VI(19.96)como nos recuerda Monroe (1986, 240), con frecuencia es fuente de jarchas.Todo esto es bien conocido desde el principio de la investigación y sugirió-a Menéndez Pidal (1955) que el zéjel es la forma más simple y, en conse­cuencia, la forma primaria. La consecuencia estructural es importante, pueslos paralelos románicos deben buscarse con el zéjel, en primera instancia.Primera lecturaLa primera lectura no corresponde a una obra literaria, sino a untratado teórico. Un lusitano, Ibn Bassám de Santarén (h. 1106-1109), en suantología Kitá) aI-Qajfia incluyó un capítulo dedicado al poeta hispanoára—be Abü Bakr ‘Ubáda ibn Má’ al-Samá’ (m. 1027) en el que se inserta unpasaje sobre el origen y el desarrollo de la muasaja andalusí. El pasajecompleto fue editado en transcripción del árabe y traducido al inglés porJames T. Monroe (Armistead y Monroe: 1985, 213, 214, 224-225). En mitraducción uülizo la interpretación árabe de Monroe y también las equiva­lencias terrninológicas de traducciones al español anteriores, así como laalemana de Heger (1960, 179-180). Mi intención no es discutir la versión deMonroe, sino ponerla en español desde el texto árabe‘.1. [Las muasajas] son medidas que la gente de al-Andalususó abundantemente en [los géneros] del gazal y nasib, detal modo que pechos y hasta corazones cuidadosamenteguardados se rompen al oírlas.2. El primero que compuso las medidas de estas muasajasen nuesto país (al-Andalus) e inventó su método decomposición, que yo sepa, fue Muhammad ben Mahmudel Egabrense, el Ciego.3. Solía componerlas al modo de los hernistiquios de lapoesía árabe clásica, salvo que la mayoría eran según' Prefiero declarar paladinamente que, si bien no carezco de competenciapara seguir aíticamente un texto árabe con su traducción a las lenguas habitualesde trabajo de la filología occidental, no pretendo en absoluto poder proponer unatraducción que mejore el trabajo de un arabista profesional.No tasmodos métricos inexistentes o hipotéticos que no seemplean [en ésta],4. usando expresiones coloquiales árabes y romances, a lasque llamaba markazz, y basando la muasaja sobre ellas,sin  tadmïn3 en [el markaz] o en [el] agsán.5. [También] se ha dicho que Ibn ‘Abd Rabbihi, el autordel Kitñb al-‘Iqd, fue quien inventó el género de la muasa­ja entre nosotros.6. Entonces apareció Yüsuf ben Hárün al-Rarrtádï, quienfue el primero en ampliar el uso del tadmïn en losmarákïz‘, empleándolo al llegar a las cesuras, pero en elmarkaz exclusivamente.7. Siguieron esta moda poetas de nuestro tiempo comoMukarram ben Sa‘ïd y los dos hijos de Abü-l-Hasan.8. Entonces apareció este ‘Ubáda e inventó el tadFr, estoes, reforzó las cesuras en el agsán añadiéndoles tadmín, talcomo al-Ramadï había reforzado las cesuras en el mar­kaz.9. Las medidas de estas muasajas quedan más allá de loslímites de esta antología, pues la mayoría de ellas no son1672 Ribera (1928) traduce por ‘estribillo’, García Gómez señala (1952, 58) que"es un término equivalente a jarya".3 Aquí Monroe (1985, 223) introduce una corrección al texto, aceptada enla traducción, markaz es la vuelta y agsán la mudanza. El término tadmïn sereferiría a la inserción de rimas superfluas o supernumerarias.‘ Plural de markaz.168 lncípit, xv! (1.996)según el modo de los metros de la poesía árabe5.10. En consecuencia he escogido para este capítulo entrela poesía clásica de ‘Ubáda junto con otros escritos de supluma, lo que redundará en su honra y honor‘.El texto, completo y detallado, no parece, desde la perspectivarománica, especialmente dudoso. Limitando a su contexto los tecnicismosretóricos del árabe, parece quedar claro que la muasaja no es un géneroclásico de la poesía árabe, aunque se escriba en árabe clásico, que fueinventado por un poeta andalusí a principios del siglo XI y que supone lapreexistencia de un poema final, la jarcha, que no está necesariamente enlengua clásica’. Si, además, tenemos en cuenta que el zéjel, por su esquemamás simple, es estructuralmente anterior a la muasaja, la conclusión es queal menos en el siglo X existían jarchas y zéjeles, como formas no clásicas yno expresadas en árabe clásico.Por otro lado, jarchas y zéjeles eran sencillamente canciones, sinotra pretensión mayor. Abán Quzmán nos ha distorsionado en nuestraapreciación del género zejelesco, al hacerlo famoso en el mundo árabe yextenderlo hasta Oriente. No discuto, en absoluto, que existieran formasestróficas en la poesía árabe, o fonnas estróficas en las distintas varianteslingüísticas locales del mundo islámico. Sin embargo, no creo probable,históricamente, que esas fonnas hayan tenido una influencia genética enzéjeles o jarchas. No es posible que los hispano-visigodos fueran "atónitospalurdos sin danzas ni canciones". Tampoco pretendo discutir quepudiera haber una interacción entre las canciones de tipo estróficohispanoárabes y las canciones romances. Pienso, simplemente, que setrata de discusiones en las que la carga especulativa y el componente deautoridad en los firmantes de las opiniones es tan fuerte (sobre todo desde5 No siguen el ‘arüd." Trato de mantener el juego de palabras del árabe un], «.12: «u. queMonroe traduce por "his precellence and superiority".7 Para la cita de versos clásicos árabes y su uso como jarchas v. Monroe:1986.No tas 169el punto de vista de ellos mismos), que no podemos llegar por ahí aninguna solución aceptada. No relativizo la verdad. La verdad existe;pero no tenemos en este momento o los datos para conocerla o los ojossuficientemente libres de prejuicios para verla.Por ello, jugando un poco al modo retórico árabe con la figuraetimológica de lecturas y lecciones, me he propuesto extraer de aquéllasalgunas de éstas, primordialmente para mi propio aprovechamiento yreflexión y también para los que quieran acompañarme en el camino.Utilizaré un solo ejemplo; pero aclararé que ejemplos similares puedenextraerse con facilidad del corpus de las jarchas, sin pretender con ello,aclaro, poner ese corpus en tela de juicio, postura que nos pareceampliamente superada.Lecciones dela jarcha VIILa jarcha VII en la numeración de las jarchas árabes de GarcíaGómez, Galmés y Jones es de las que el segundo autor considera"perfectas o casi perfectas" (1994, 30). Se conserva en dos versiones, lospoemas 110 y 111 del ‘Llddat al-gzlís, una antología compilada por ‘Alí ibnBisrï (o Busta) conservada en un manuscrito de la época saadí y queperteneció al príncipe al-Mustadï, hijo del sultán Muley Ismael deMarruecos, muerto el 1173 H. (1759-60 IC). Copia tardía, por tanto, con laspeculiaridades paleográficas de la escritura magrebí, que difiere de laforma habitual de escribir algunos grafemas del árabe según el modooriental, hoy día general. Los copistas desconocían el romance. Nuestrosdos textos fueron copiados por la misma mano, la C, que en conjuntocopió once poemas con material románico, con lo cual se constituye en laque mayor influencia ha tenido en la transrrúsión de estos veintinuevetextos, seguida por la mano D con seis (Jones: 1988, 14). Hemos optadopor presentar las lecturas modernas. Excluimos la de García Gómez, porentender que ya Gahnés la toma decisivamente en cuenta, y la de SoláSolé, porque no pudo manejar los textos de primera mano, sino también através de García Gómez. Tras las lecturas de Jones damos los facsímiles.Las dos muasajas son diferentes y su transición a la jarchadistinta. El poema 110, que contiene la 7a, es la muasaja Argü-l-iqíárá porIbn al-Mu‘allim, ministro de al-Mu‘tadid de Sevilla de 1042 a 1069. El17o IncipibXVI (1996)poema 111, que contiene la 7b, Da ' i-l-igárá , es anónimo y de calidadJiteraria superior. Las transiciones son como sigue:7a: Verdaderamente el mundo hermosea a su vista. / Novivifica la gloria tanto como el esplendor de su aura. /Canten pues los cielos: "sus atributos hechizan".7b: La hechicería es cierta y yo lo atestiguo. / El amordeprimió mi alma, aunque [mis estertores] no termina­ron. / ¿Dónde está la certeza de una muchacha quecanta...?La hechicería es, a la vista de esas transiciones, algo que tiene quever con el texto siguiente o, por decirlo más exactamente, la presencia dehechicería en el texto siguiente ha obligado al poeta a terminar la muasajacon esa transición. La jarcha debe corresponder a esa expectativa.Lectura paleográfica(jones: 1988, 7a)bï yá saññára alba qaéta kun bale fegüri kun biná bi-dï büri(be with us at the place where land- lies fallow)[kan baná badï büri](jones: 1988, 7b)bï yá sañhára alba qesta kun bál fagüri kun biná bi-dï büri[kan baná badï büri]Notas7a¿‘Eh­gfiéïïyé=Galmés (1994)by y’ shñ'r'‘lb qét kn b'lfgwrkn bn, b_c1y bwr[mwr]1 71¿“EL¿+455¡Vey, yá gaññárá!alba q-está con bél fogór(e)kan(d) vene vac_lé amór(e)"¡Vete, oh hechicero!/ Alba que está con [tan] hermoso fulgor,/ cuandoviene se va el amor".Corriente (1993, 7a y b)by yá saññárá ‘lb qét kn b'lfgwr kn bnábgy bwrBÁY ya sañháraÁLBO Q+ ESTÁ(D) KON BÉL(LO) FOGÓREKÁN BÓN+ ÁBED+ í PÓRE"¡Fuera, hechicera! Rubio que está en hermoso ardor, ¡cuánto hermosotiene ahí miedol".172 Incípit, xv! (1.996)ConsecuenciasPaleográficamente, cabe leer completamente en árabe el últimoestico e interpretarlo "sé con nosotras en el barbecho". No es unainterpretación descabellada y tiene sentido en el conjunto del poema,especialmente si se acepta la lectura albo, "rubio", de Corriente. Este autorapoya la interpretación del texto a partir del carácter de la magia comohecho aceptado por el Islam, aduciendo también una referencia quzmaní(38/ 29/ 3) al hadiz "que el Profeta dijo ser ciertos magia y mal de ojo". Sinembargo, no sigue la posible lectura en árabe del estico final, en la queIones tampoco insiste, porque no le ve el sentido poético que, paranosotros, podría quedar perfectamente claro, aunque tampoco nosatrevamos a proponerlo. Ayudaría mucho, desde luego, si se pudieradocumentar esa expresión en algún texto árabe que diera pie a lainterpretación posiblemente picante de ese texto árabe en la jarcha.Tampoco parece metodológicamente apropiado que creemos un lenguajede sobreentendidos o insinuaciones en las jarchas, sin otros apoyos.Las lecturas de Galmés y de Corriente difieren bastante, dada labrevedad de la jarcha; pero esa discrepancia es esencial en un elementobásico, la primera palabra del segundo estico, que es fundamental paradeterminar el contenido del poema. La interpretación como alba deGahnés está provocada por una lectura previa de García Gómez y por eldeseo de entronque con el género de la albada. Por otra parte, albo en elsentido de "rubio" también es aceptable. Ambas palabras se documentanen otros textos. Hace falta una vocal de apoyo después del grupo lb, perono se especifica, en la grafía árabe, qué vocal es ésa, lo que, en términos detranscripción puramente, posibilita ambas lecturas.Las discrepancias en el último estico son tan grandes como lasque existirían con el texto árabe en la interpretación anterior. La interpre­tación de Galmés obliga a una corrección del texto árabe (bwr en mwr paraleer "amor") que, paleográficamente, no tiene ninguna justificación,además de suponer una lectura >kn(d)< en vez del >kn< del texto,Corriente no recompone la (d), pero su lectura implica la pérdida de lasílaba final del lat. quantu. La interpretación de Corriente obliga aconservar la forma abed < habet, con su consonante final, y a suponer lapalabra pore < lat. pauore, que no documenta con otros ejemplos.Matas 1 73Metodológicamente, parece prudente establecer una limitación. Ofrecedificultades esa facilidad para añadir o suprimir consonantes finalescuando nos conviene. Por otra parte, cuando una palabra en una jarcha esel único testimonio de un elemento léxico, debe procederse con especialcuidado, para no caer en el círculo vicioso de incluir la palabra en el léxicomedieval porque está en la jarcha y, por otro lado, aceptar la lectura de lajarcha porque la palabra está en el léxico medieval, sin más testigos.Una última lección de estas notas, de momento, es que la segurajarcha VII nos ha mostrado que no hay tal seguridad. Podemos preguntar­nos entonces si hemos de volver a la postura dubitativa de Stern y si casicincuenta años de estudios no han servido para nada. No es así. Quetengamos que volver a ser textualmente exigentes con una lectura nosignifica que no se hayan producido avances, incluidos los de interpreta­ción. Lo que sucede es que estos avances, a veces, no han sido tantos comoquisiéramos y no lo van a ser porque queramos.Francisco A. Marcos-MarínLaboratorio de Lingüística InformáticaUniversidad Autónoma de MadridREFERENCIASARMISTEAD, Samuel G. y Monroe, James T. 1985 "Beached Whales andRoaring Mice: Additional Remarks on Hispano-Arabic StrophicPoetry", La Corónica, XIII / 2, 206-242.CORRIENTE, Federico 1980 Gramática, Métrica y Texto del CancioneroHispanoárabe de Aban Quzmán, Madrid: Instituto Hispano-árabe deCultura.CORRIENTE, Federico 1993 "Nueva propuesta de lectura de las xarajat de laserie árabe con texto romance", Revista de Filología Española,174 Inapit, xw (1.996)LXXIH, 25-41. ,CORRIENTE, Federico 1984 (ed.) Ibn Quzman El Cancionero hispanoárabe,Madrid: Editora Nacional.CORRIENTE, Federico y A. Sáenz-Badillos (eds.) 1991 Poesía Estrófica. Actasdel I Congreso Internacional sobre Poesía Estrófica Árabe y Hebrea ysus Paralelos Romances, Madrid: Universidad Complutense eInstituto de Cooperación con el Mundo Árabe.GARCÍA GÓMEZ, Emilio 1952 "Veinticuatro jaryas romances en muwassajasárabes (Ms. G.8. 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