La participación ciudadana en la Ordenación del Territorio: de la exclusión a la cohesión. El caso de Doñana

Abstract

El concepto de Ordenación del Territorio se ha consolidado a nivel internacional por medio de la aprobación de la Carta Europea de 1983, donde se define como 'disciplina científica, técnica, administrativa y política concebida como una aproximación interdisciplinar y global tendente a un desarrollo equilibrado de las regiones y a la organización física del espacio', y cuyos objetivos son, entre otros, el desarrollo socioeconómico equilibrado y sostenible, la mejora de la calidad de vida de la población, la utilización racional y equilibrada del territorio, la gestión responsable de los recursos naturales y la protección del medio ambiente. Se trata de una tarea complicada por cuanto necesita una mirada al territorio diferente e integral y que permita superar las visiones tradicionalmente fragmentadas y sectoriales. Esto supone la necesidad de plantear nuevas formas de planificar mucho más flexibles que adaptándose, al ritmo de las transformaciones intensas y rápidas que se dan en el uso del suelo y que están inducidas por factores socio-económicos, sean capaces de generar nuevos modelos basados en los principios de suficiencia, ecoeficiencia y biomímesis. En este nuevo horizonte las áreas naturales, que a lo largo del tiempo han consentido al hombre el poder disfrutar de los recursos necesarios para el desarrollo de su actividad y civilización, deben ser elementos estructurante en la escala territorial. A pesar de esto, en los últimos siglos los espacios naturales han sufrido una creciente reducción y fragmentación, con la consiguiente necesidad de aislar y proteger estos espacios; este tipo de gestión ha provocado numerosos problemas, entre los que cabe destacar la generación de contrastes con la población local, haciendo que ésta sintiera extraño su propio territorio. La historia reciente de Doñana nos revela que no sólo es posible cambiar los modelos de ordenación y las formas de hacer política, sino que resulta necesario e imprescindible asumir con rotundidad los modelos de regeneración territorial y urbana. Pero no debemos sentirnos satisfechos con este gran avance. Debemos seguir incidiendo en la necesidad de innovar los modos y procesos de planificación territorial y urbana, mediante procesos participativos en código abierto

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