Asociado a la margen derecha del río Desaguadero, colector principal de los cursos fluviales que drenan el piedemonte de la región andina central, y la zona de interacción con el piedemonte distal mendocino, se disponen destacadas acumulaciones arenosas eólicas que han recibido escasa atención hasta la fecha. Durante investigaciones recientes se ha determinado que estos depósitos se pueden diferenciar en relación a una variedad de geoformas eólicas tales como dunas lunetas, dunas longitudinales y mantos arenosos. En conjunto, estas unidades eólicas se disponen estratigráficamente sobre la Fm. Arco del Desaguadero, sucesión fluvio-lacustre desarrollada entre el Pleistoceno superior y el Holoceno superior. Los depósitos eólicos más antiguos forman dunas lunetas de hasta 14 m de altura, y se los asocia a la deflación de arenas desde las costas occidentales de lagunas temporales vinculadas a inundaciones del río Desaguadero. En base a dataciones numéricas realizadas sobre restos de conchillas de gasterópodos, se asignan estas dunas al Optimo Cálido Medieval. Posteriormente, durante el deterioro climático vinculado a la Pequeña Edad de Hielo, se desarrollaron dunas longitudinales y mantos arenosos con aportes sedimentarios provenientes de la llanura aluvial del río Desaguadero y de la removilización de arenas de las dunas lunetas previamente formadas. Se distinguen además dunas lunetas de menor envergadura asociadas a depresiones de deflación y encharcamiento temporal y extensos mantos arenosos de escaso espesor (menores en general a los 50 cm), generados por sedimentación eólica y posterior removilización por la escorrentía superficial, cuyo desarrollo se estima habrían comenzado también durante este último periodo. La disposición espacial de las dunas lunetas y las dunas longitudinales permiten establecer paleovientos provenientes del Este y Sureste