Universidad de Zaragoza, Prensas de la Universidad
Abstract
Estudio descriptivo, trasversal, observacional mediante la revisión de las historias clínicas de los niños con diagnóstico de QA, excluidos los considerados postinfección o postraumáticos, obtenidos de la base de datos (BD) de neuropediatría del servicio de pediatría del Hospital Universitario Miguel Servet (HUMS) desde mayo de 1990 a mayo de 2019. Con los datos obtenidos se realiza un estudio analítico para intentar establecer una relación de entre tamaño y localización de los QA, la clínica y posibles complicaciones. Se incluyen a todos los pacientes de 0 a 15 años vistos al menos una vez en consultas externas de neuropediatría del HUMS desde mayo de 1990 a mayo de 2019 y que han sido registrados en la BD durante este período. En el momento de la realización del estudio la BD constaba de 22.597 pacientes. La población de referencia de la sección de neuropediatría del HUMS ha sido variable en estos años incluyendo también casos derivados de La Rioja (313.571) y Soria (89.501) que añadidos a la población de Aragón en 2019 (1.321.000) según los datos del Instituto Nacional de Estadística, suman un total aproximado de 1.750.000 habitantes. Se incluyen todos los pacientes de la BD con diagnóstico de QA, excluidos los casos postinfección o postraumáticos. Una vez obtenidos los datos de filiación de los pacientes con QA se revisaron las historias clínicas y se analizaron de forma individual, por el investigador principal (IP), las imágenes cerebrales disponibles, registrando la localización y el volumen medido de los QA. CONCLUSIONES 1. El motivo de consulta más frecuente a través del que se realiza el diagnóstico de quiste aracnoideo es cefalea, seguido de retraso psicomotor y trastornos paroxísticos, siendo la causa más habitual de realización de pruebas de imagen la cefalea. 2. La localización más frecuente de los quistes aracnoideos es la temporal (fosa media), predominando en el lado izquierdo. 3. Se ha hallado relación estadísticamente significativa entre el mayor tamaño del quiste y los motivos de consulta macrocefalia y deformidades craneales localizadas, y entre el menor tamaño del quiste y trastornos paroxísticos. La relación entre la localización y los motivos de consulta es de poca relevancia clínica. 4. No existe relación estadísticamente significativa entre la localización ni el tamaño del quiste y las posibles complicaciones derivadas del mismo que han requerido intervención quirúrgica, aunque sí se observa una tendencia de los quistes aracnoideos de mayor tamaño a causar más problemas clínicos. 5. Se intervinieron quirúrgicamente 13 niños: 2 por cefalea persistente, 4 como consecuencia de traumatismo craneoencefálico, 4 por macrocefalia, 2 por hipertensión endocraneal con afectación visual y 1 por epilepsia. Únicamente el caso de epilepsia no experimentó mejoría tras la intervención. 6. De los 190 pacientes de nuestra muestra, 13 fueron intervenidos. De éstos últimos, 4 estaban en seguimiento con controles de imagen. Únicamente en dos de los casos este seguimiento fue útil: En uno de ellos se observó un empeoramiento progresivo de la dilatación ventricular y macrocefalia, y en el otro, aumento de la cavidad siringomiélica cervical que requirió intervención. En quistes aracnoideos sin patología asociada, la información rigurosa con las recomendaciones oportunas para identificar una posible complicación derivada del quiste aracnoideo es, en general, de mayor utilidad que el seguimiento o la repetición de pruebas de imagen. Es razonable un control de los quistes de gran tamaño con efecto masa, además de los de localización retroselar-supraselar y fosa posterior, por ser estos los más proclives a originar clínica por compresión de estructuras adyacentes o alteraciones de la circulación normal del líquido cefalorraquídeo. <br /