El golpe militar de 1973 constituyó la condición política y el impulso de un nuevo orden económico en Chile. Durante la primera década de este proceso, la destrucción, con sus enormes costos sociales y productivos, parece pesar más que la construcción de ese nuevo orden, pero luego el éxito se muestra a través de varios indicadores que modifican rasgos históricos de la economía chilena: altas y sostenidas tasas de crecimiento del producto y del ingreso, crecimiento de las tasas de ahorro e inversión, aumento del volumen y variedad de las exportaciones, desarrollo de un empresariado con alta capacidad de acumulación con independencia del Estado, dinamización del sector agrícola y descentralización geográfica de las condiciones de desarrollo económico. Sin embargo, los problemas que se presentan son tan importantes como los éxitos señalados, lo que obliga a un examen cuidadoso del modo en que se constituye y reproduce la economía