La arquitectura tradicional vernácula tiene una serie de características únicas, como sus propios métodos constructivos que se yuxtaponen con su entorno geográfico. Desde un contexto histórico, se puede asumir que esta arquitectura fue la respuesta a la necesidad básica del hombre a encontrar cobijo frente a las inclemencias de su entorno.
En Pichincha, la evolución de las técnicas constructivas tradicionales como la chamba, pared de mano, cangahua,
adobe, bahareque y tapial, ya están siendo mejoradas, no solo en su estabilización sino también en la forma en la
que los materiales se tratan y trabajan previo a su uso constructivo, ya sea con su industrialización o la incorporación
de aditivos y refuerzos para su mejor aprovechamiento. Esto da paso a que la arquitectura tradicional, no solamente
contribuya a reducir el índice de contaminación ambiental producido por la industria de la construcción que, a nivel
mundial, regional y local, es responsable del 40% de la emisión de gases de efecto invernadero, sino que también
pueda introducirse en el entorno urbano adaptándose en términos de diseño formal y funcional, conectándose con
el contexto general y el uso de los recursos locales. La presente investigación, a través de una metodología mixta, en
la que se usa una investigación documental, de campo, exploratorio y descriptiva, busca concientizar y prever que
los nuevos arquitectos pierdan la identidad de nuestra arquitectura, al diseñar en base a lo que ocurre fuera del país
o emular lo que funciona en realidades más exigentes y diferentes, arquitectónicamente hablando. Identificar la
importancia del uso y conocimiento de las técnicas y materiales constructivos tradicionales sobre todo para ser aplicadas a la actualidad, no únicamente como un legado cultural sino también entender que al emplearlas de la manera
correcta se pueden vincular con la arquitectura contemporánea y en el contexto actual que vivimos