Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Derecho
Abstract
Resumen: En el siglo IV a.C., el mundo griego –en especial, Atenas, su capital
cultural– se introdujo en una crisis a la que no pudo sobrevivir.
No se trataba de una crisis militar o económica. Al contrario,
eran los tiempos de las gloriosas victorias frente a las invasiones
persas. Y era una época de prosperidad comercial para Atenas. Se
trataba de la quiebra de las convicciones tradicionales comunes que
estaban en la base de la homomoia (concordia política) que constituía
el factor unificante de las polei griegas. Es decir, se había producido
el derrumbe del firmamento de verdades, valores y fines que
servían de orientación para la vida, las costumbres, la legislación y
la cultura toda.
A partir de las constataciones e imaginerías de Herodoto, se
instaló en el pensamiento griego el tópico de la diversidad cultural,
es decir, el hecho de la existencia de civilizaciones diversas y,
con ellas, de instituciones, religiones y costumbres distintas, en
algunos casos con fuertes contrastes respecto de las convicciones
morales y jurídicas de los helenos. Este hecho –en el marco de la
crisis de la polis griega– dio ocasión a la crítica que los sofistas llevaron
a cabo respecto a la ley y el derecho natural y a su lógica
consecuencia: el relativismo cultural asociado al relativismo moral,
jurídico y político