Pensar al turismo en el marco del Grupo de Trabajo de CLACSO "El futuro del trabajo y cuidado de la casa común" nos habilita a hacer unas breves anotaciones en estas acotadas líneas. En particular, enfocando el interés sobre la dimensión ambiental de la actividad turística que, desde la perspectiva que se sostiene, no abarca solo lo ecológico sino que se anuda con la dimensión social.Fil: Testa, Joaquín. Universidad Nacional de Mar del Plata. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales; Argentina

Testa, Joaquín

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61Teología, filosofía y economía de la liberación y del pueblo después de Laudato Si Número 3 • Mayo 2021Turismo y ambiente¿Cuidar la casa común?Joaquín Testa*3 Pensar al turismo en el marco del Grupo de Trabajo de CLACSO ‘El fu-turo del trabajo y cuidado de la casa común’ nos habilita a hacer unas breves anotaciones en estas acotadas líneas. En particular, enfocando el interés sobre la dimensión ambiental de la actividad turística que, desde la perspectiva que se sostiene, no abarca solo lo ecológico sino que se anuda con la dimensión social.No hay dudas que la cuestión ambiental ha adquirido trascendencia y centralidad en las últimas décadas como resultado de los procesos de transformación de las bases naturales del planeta y la profundización de los procesos de deterioro ambiental (Castro, 2013). El turismo no ha escapado al debate originado por las evidencias de los efectos territo-riales negativos producto del modelo hegemónico de turismo masivo (Garay Tamajón, 2007) impulsado desde una perspectiva economicista del desarrollo en la década de los sesenta y que se tradujo en la reduc-ción del potencial de los recursos naturales y culturales como sostén de la actividad. En este sentido, se comenzó a poner el eje en la necesidad de integrar la cuestión ambiental a los debates en torno al desarrollo de la actividad. En efecto, entre la década de los setenta y ochenta co-menzaron a surgir toda una batería de estudios críticos del turismo que  *  Mg. en Políticas Ambientales y Territoriales y Lic. en Turismo. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Universidad Nacional de Mar del Plata. Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO El Futuro del trabajo y cuidado de la casa común.62 Turismo y ambiente ¿Cuidar la casa común? JoAqUín TESTAcentraban sus argumentos en los resultados no deseados del modelo masivo, evidenciando las falencias del relato hegemónico del turismo como factor de desarrollo y que cuestionaron fuertemente las lógicas que sustentaron el crecimiento de la actividad1.La preocupación e importancia creciente atribuida a la cuestión am-biental implicó la incorporación progresiva de esta problemática en las discusiones y agendas de los organismos internacionales y posterior-mente en las políticas nacionales que comenzaron a promover la arti-culación de las agendas de ambiente y turismo (no sin dificultades). A la vez, muchos destinos en crisis comenzaron a plantearse la necesidad de un cambio de rumbo hacia la sostenibilidad debido a la situación de declive que venían atravesando (Donarie, 1998), al tiempo que los cam-bios operados en la demanda turística iban definiendo nuevos elemen-tos y lugares como atractivos y destinos turísticos. En particular, uno de los principales aspectos que comienzan a exigir y buscar las nuevas demandas turísticas es la calidad ambiental (Marchena, 1994) que, en este sentido, se va a constituir en un elemento significativo para la com-petitividad de los destinos.En este marco, en 1995 la Conferencia Mundial del Turismo Sostenible elaboró la Carta del Turismo Sostenible que incorporó el eje ambiental y que llevó en las últimas dos décadas a la consolidación del paradigma de la sustentabilidad en torno a la actividad turística. Sin embargo, este paradigma ha recibido fuertes críticas en la literatura científica y los es-tudios sobre el turismo no han sido ajenos a ellas, tanto por los dilemas discursivos que supone (Hiernaux et al., 2002; Liu, 2003) como por las dificultades de aplicación práctica (Bertoni, 2008). Más allá de las críticas, lo que interesa rescatar es que la preocupación por la cuestión ambiental ha implicado la incorporación cada vez con más fuerza del paradigma ambiental a la gestión del turismo. Y en parti-cular lo ha hecho desde el discurso de la sustentabilidad. De hecho, este  1  Ver, por ejemplo: De Kadt, Jacques 1979; Erisman, Jan William 1983; Mathienson, Alister y Wall, Geoffrey 1982; Britton, Nathaniel 1982, entre otros63Teología, filosofía y economía de la liberación y del pueblo después de Laudato Si Número 3 • Mayo 2021discurso aún hoy es incluido en todos los documentos de política local, regional, nacional e internacional, destacando la importancia creciente asignada a un desarrollo turístico cualitativo, frente a las posturas ses-gadas en el crecimiento económico.Más allá de las diversas lecturas y debates, el turismo se presenta, en términos discursivos y desde muchos sectores, como una alternativa productiva viable para los territorios, con potencial para compatibilizar con otras actividades y generar beneficios en los lugares en donde se desarrolla, frente a otros avances productivos insustentables. Efectiva-mente, el turismo aparece como una actividad con capacidad de mo-vilizar recursos, generar trabajo y generar un efecto multiplicador2. La actividad turística también se reconoce desde hace tiempo como un ins-trumento de conservación de ambientes y culturas, de entendimiento y respeto entre culturas y de desarrollo colectivo y personal (OMT, 1999), con diversos ejemplos que dan cuenta de procesos comunitarios, locales y participativos en torno al turismo y que generan fuentes genuinas de ingresos y trabajo para los residentes.Ahora bien, cuando analizamos los procesos de desarrollo de la activi-dad turística, cabe incorporar cierta cautela en la afirmación de las su-puestas virtudes de la actividad. Interesa pensar que aquellas virtudes, que retoman los discursos ingenuos y acríticos sobre las bondades del turismo son, al menos, discutibles. Cabe preguntarse entonces, ¿en qué grado y bajo qué condiciones se logran esos beneficios?Por lo tanto, pensando al turismo en términos complejos (Bertonce-llo, 2002) y desde la perspectiva ambiental es necesario reflexionar o, al menos, enumerar algunas cuestiones que se suscitan en torno a los  2  Hasta 2019, según el Barómetro de Turismo Mundial de la Organización Mundial de Turismo que recopila la información reportada por los destinos de todo el mundo (OMT, 2020) se registraban tasas de crecimiento, lentas pero sostenidas, de llegadas de turismo internacional y de ingresos por turismo en todo el mundo. Esta tendencia se desplomó en 2020 producto del impacto de la pandemia mundial de COVID-19 y la caída se sostiene para los primeros meses de 2021 (OMT, 2021). La pandemia puso en evidencia la importancia del turismo, demostrado en la cantidad de sectores y puestos de trabajo vinculados a la actividad que fueron afectados por la misma y la caída de los ingresos por turismo en todos los países.64 Turismo y ambiente ¿Cuidar la casa común? JoAqUín TESTAprocesos de valorización turística de un territorio que no pueden ser dejadas de lado en la balanza del análisis. En este sentido, la valorización social de la naturaleza ha derivado en las últimas décadas en una nueva tendencia al consumo diferenciado de espacios naturales no deteriorados Estas tendencias han propiciado, por ejemplo, la utilización del discurso de la naturaleza para impulsar nuevas valorizaciones económicas traducidas en formas de mercanti-lización de la naturaleza (Castro, 2011; Cáceres, 2013), incluso dentro de ámbitos urbanos (Ríos, 2016). Así, en la práctica, el discurso del turismo sostenible se convierte en una variante matizada del mismo estilo de desarrollo en el cual muchos destinos insostenibles quedan encubier-tos tras una etiqueta verde que funcionaría como mero diferenciador de productos turísticos que actúan más en el plano de lo simbólico, vin-culándolo a valoraciones sociales que se traducen en acciones concretas de apropiación de la naturaleza (Ramirez, 2008). Las apropiaciones no son sólo simbólicas sino también materiales: la proliferación de aloja-mientos de lujo enclavados en espacios naturales o en espacios urbanos con ‘vistas naturales’ es un claro ejemplo de ello (Hidalgo et al., 2014). Estas intervenciones contribuyen a reproducir las desigualdades socia-les en la práctica turística alimentando el carácter exclusivo de algunos productos turísticos y por lo tanto en su acceso. En los destinos de sol y playa, por ejemplo, que son los que aún hoy sostienen los flujos turísticos a nivel mundial y cuya principal particula-ridad radica en su configuración urbana se observa un claro modelo te-rritorial concentrado en el espacio y en muchos casos en el tiempo, dado su carácter estacional en algunos países. Esto genera entornos urbanos con mayores condiciones de habitabilidad, pensando en la producción de la ciudad para el turismo, pero poco eficientes, con una sobrecarga del espacio en temporadas altas y un sobredimensionamiento de las in-fraestructuras y equipamiento. Esto se transforma en el principal pro-blema de las ciudades turísticas litorales: la injusticia y la desigualdad como producto del modelo neoliberal que produce ciudades fragmen-tadas en lo morfológico, con alta densificación en torno a los bordes costeros y excluyentes en lo social, por la dicotomía espacial que genera 65Teología, filosofía y economía de la liberación y del pueblo después de Laudato Si Número 3 • Mayo 2021déficits de infraestructura y servicios en otros sectores de la ciudad. En otros destinos urbanos, también se generan procesos similares como la gentrificación como resultado de la valorización turística de alguna zona (Carman, 2006).También hay diversos estudios que dan cuenta de procesos de desterri-torialización y desposesión de comunidades y de conflictos (Lacko, 2008; Guardado, 2015) a partir de emprendimientos o megaproyectos turísti-cos inmobiliarios de carácter elitista, que no hacen más que profundizan los procesos de privatización de los espacios en estrecho vínculo con la especulación inmobiliaria, sacrificando ciertos recursos que se reservan para la actividad, muchas veces imposibilitando el uso y acceso público, o generando accesos diferenciales en función de la capacidad de pago.Sin embargo, hay también experiencias territoriales desde las márgenes vinculadas con la actividad turística en torno al trabajo y el cuidado de la casa común. En Argentina, por ejemplo, la experiencia de EcoTuris-mo Comunitario de la organización Cuidadores de la Casa Común en la provincia de Entre Ríos generó una alternativa laboral para los jóvenes más vulnerados, al tiempo que promueve el cuidado de los ecosistemas desde una perspectiva comunitaria (Arriola, 2020). En otras provincias del país y en otros países de Latinoamérica funcionan también diver-sas iniciativas de Turismo Rural Comunitario en comunidades campesi-nas e indígenas, como una forma de gestión alternativa de la actividad turística basada en propuestas pensadas con una participación comu-nitaria activa que revaloriza la identidad y los entornos locales y pro-mueve la inclusión social que en el caso de Argentina están integradas a la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario (RATuRC) y en otros países como Perú y Ecuador llegó a convertirse en una política de Esta-do. También aparecen múltiples formas de turismo responsable como el turismo solidario o voluntario en donde los viajeros se comprometen en iniciativas que contribuyan a mejorar la calidad de vida y el entorno de los lugares de destino. Incluso existen otras iniciativas de base co-munitaria que promueven el acceso al turismo como práctica de ocio y como instrumento para recuperar el derecho a la ciudad de personas en 66 Turismo y ambiente ¿Cuidar la casa común? JoAqUín TESTAsituación de calle, como el MutanTur en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Scotto y Sosa, 2019).En definitiva, estos ejemplos y otros tantos no desarrollados por cues-tiones de espacio en estas líneas, son propuestas contrahegemónicas al modelo dominante de turismo que, con sus bemoles y dificultades, pro-ponen alternativas basadas en la participación local y la revalorización de los ambientes e identidades locales.Para concluir, interesa destacar que pensar al turismo desde una pers-pectiva ambiental nos obliga a no pensar en términos de modalidades basadas en la naturaleza (por ejemplo, el ecoturismo) sino que es preciso aplicarla a todas las formas de turismo en todos los tipos de destino, incluidos los destinos urbanos y de turismo masivo, lo cual supone pro-yectar un modelo de turismo cuidante, donde la gestión turístico am-biental promueva políticas participativas de cuidado de los territorios, de utilización y acceso equitativo a los espacios, distribuidas espacial-mente y no solo sectoriales sino integrales, como algunas de las claves para concebir el turismo de la pospandemia.B I B L I O G R A F Í AArriola, Marta (2020), “Red de ecoturismo comunitario. 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