En su teatro breve, género carnavalesco, Quevedo encuentra la forma escénica ideal para burlarse de una creciente hipocresía convencional, a manera de contraste radical o parodia de las fórmulas artificiosas y lugares comunes de la comedia lopesca. Su mérito no se reduce a la invención de tipos que se popularizan aun más en los entremeses de otros. El logro entremesil quevedesco consiste en una construcción dramática risible muy especialmente barroca que destaca el artificio teatral mismo. En este sentido precisamente se ubica entre los entremeses de Cervantes y los de Quiñones de Benavente. Quevedo, empero, explota ridículamente el artificio del teatro como reflejo del interés monetario manipulador que predomina en la vida de la corte y pervierte toda relación entre hombres y mujeres. Sus entremeses representan la sensualidad femenina ridículamente engañosa y la inocencia masculina exageradamente taimada o paciente como juego de disfraces risibles que destacan la hipocresía de todos los valores idealizados en la comedia.
In his carnavalesque interludes and other dramatic skits, Quevedo attains the ideal stage format to poke fun at a growing conventional hypocrisy idealized in Lope’s comedia. Quevedo’s special accomplishment lies not so much in the invention of comic types popularized even more through other playwrights’ interludes but rather in a uniquely baroque construction eliciting laughter as it underscores dramatic artificiality itself. In this sense, Quevedo’s brief dramatic skits fall between Cervantes’ interludes and those of Quiñones de Benavente. Quevedo, however, ridiculously exploits the artifice of theater as a reflection of the monetary interests prevalent in court life which pervert all men-women relationships. His interludes present female sensuality, ridiculously deceitful, and masculine naiveté, absurdly patient, as a game of laughable costumes highlighting the hypocrisy of all values idealized in the comedia