Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra
Abstract
La alabanza que tributa Xavier Zubiri a
Marie-Joseph Lagrange se sitúa en un marco poco
convencional, si se piensa que fue escrita en 1938.
Su tesis es que Lagrange entendió mejor que otros
exegetas las enseñanzas de León XIII en la encíclica
Providentissimus Deus (1893). Es indudable
que la revelación de Dios se hace por medio de la
inspiración. Pero la inspiración del hagiógrafo no
es ni infusión de meras palabras, ni pura recepción
de conceptos. Es, más bien, una iluminación en
orden a juzgar con más profundidad, claridad y
acierto las ideas que el escritor quiere comunicar.
En la inspiración, el hagiógrafo expone –iluminado
por una luz especial de Dios– ideas que él ha
adquirido natural o sobrenaturalmente. Por ello, al
leer al hagiógrafo se puede descubrir qué ha querido
enseñar Dios. En esto se fundamenta la primacía
del sentido literal y la importancia del método
histórico-crítico. Esta había sido también la tesis
de Tomás de Aquino, en la que bebió Lagrange.
Por tal razón, dice Zubiri que Lagrange entendió
la tradición mejor que los tradicionalistas