Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra
Abstract
La disposición dialógica de
la tentación que da lugar al primer pecado
cumple una decisiva función argumental
en Gn 2-3. Siguiendo la tónica
general del relato, expresa el
carácter peculiar, diferenciado y armónico
de cada una de las obras de la
creación, exime a Dios de cualquier
responsabilidad en el origen del mal y
atenúa la culpabilidad del ser humano.
Al mismo tiempo, ratifica la condición
histórica de éste, siempre obligado
a decidir sobre su suerte, e
insinúa que también la actuación de
Dios es respuesta a la historia humana.
Este factor cobra especial relevancia
para interpretar el sentido que tiene
la promesa de la Redención