El siglo XIX fue testigo de lo que se podría tildar de una doble 'ruptura epistemológica' o de una 'revolución científica', tanto en el terreno del saber como en el método de la medicina occidental. La medicina de finales del siglo XVIII había sido descrita por el famoso galeno de Montpellier, François Boissier de Sauvages, en 1770, como una 'ciencia conjetural', que carecía de reglas que garantizaran la certeza del diagnóstico, basado en la analogía. Se diagnosticaba comparando el cuadro clínico concreto de cada enfermo con otros anteriormente observados y contrastándolo con la experiencia y la autoridad de los médicos célebres. La terapéutica era de carácter antisintomátic