“Que las universidades son muy teóricas y que no responden a las necesidades de su entorno” ha sido una frase reiterada especialmente para quienes en el empresariado, el gobierno e incluso en la misma comunidad no han entendido que las instituciones de educación superior (IES) hemos dado un viraje misional y comprensivo de lo que Kofi Annan y la UNESCO reclamaban a finales de los 90: “la educación en el siglo XXI nos invita a que debe ser más solidaria con el servicio a la comunidad, colaborar a erradicar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre y por otro lado, propender por la sostenibilidad del medio ambiente”. En otras palabras, para que la presencia de la universidad sea responsable debe intervenir a través de acciones significativas y sostenibles en la sociedad en la que actúa; las universidades deben ser permeables a ser influidas por dicha sociedad, sin bloqueos estructurales y con una motivación a intervenir por las colectividades más vulnerables.”-