Isabel Ludeña, Sergio

Vínculos de Historia Revista del Departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha

Universidad de Castilla-La Mancha: Repositorio Universitario Institucional de Recursos Abiertos (RUIdeRA)

  ISSN 2254-6901 | Vínculos de Historia, núm. 9 (2020)510David B. HOLLANDER, Farmers and Agriculture in the Roman Economy, Routledge, Londres, 2019, 142 pp., ISBN: 9781315103884La mayor parte de la sociedad romana estaba vinculada a actividades agropecuarias, a través de las cuales obtenía los principales recursos y riquezas. De hecho, la propia evolución del mundo agrícola y sus circunstancias sociales fueron definitorios en muchos casos del devenir de la historia del estado romano. Sin embargo, la investigación sobre el mundo agrario en época romana no está exenta de dificultades. Contamos con fuentes literarias, pero suelen centrar su atención en todo lo concerniente a los grandes latifundios y pueden resultar parcas en algunos aspectos específicos, como, por ejemplo, los volúmenes de producción. No obstante, en los últimos años las aportaciones desde la arqueología, apoyada en muchos casos por ciencias como la antracología, carpología o palinología, están contribuyendo a cambiar el panorama de nuestro conocimiento proporcionando información específica sobre las producciones, modos de explotación e interpretaciones del paisaje agrario romano.Es en este punto donde es posible situar al profesor David B. Hollander de la Iowa State University, cuyos principales estudios se han centrado en la economía y la agricultura en el mundo romano. En lo que se refiere a la obra que trata esta reseña, existe un antecedente claro en su trayectoria: Money in the Late Roman Republic (2007), en la cual el autor presenta un estudio sobre la monetización en la sociedad romana, pero en la que ya muestra un interés especial por este proceso en el ámbito rural. Con este nuevo libro da un paso más introduciendo el mundo agropecuario, otorgando protagonismo a una parte de la sociedad que había quedado en un segundo plano frente a otras en los estudios sobre economía romana: los agricultores propietarios de tierras y los trabadores del campo.Farmers and Agriculture in the Roman Economy cuenta con la peculiaridad de ser una monografía muy compartimentada para su extensión, dividida en seis partes con múltiples subapartados. De hecho, el primer capítulo sirve realmente como una introducción. En primer lugar, Hollander indica cuáles han sido los límites cronológicos y geográficos en su investigación (la península itálica entre los siglos II a. C. y II d. C.) y señala que su objetivo es el de oponerse a la visión de autosuficiencia y de poco dinamismo de la actividad económica de los agricultores romanos defendida por la mayor parte de los especialistas (pp. 2-4). En un segundo lugar, se realiza un análisis de las diversas fuentes para el estudio de la agricultura en el mundo romano, centrándose especialmente en los tratados de Catón, Varrón, Columella y Plinio el Viejo, pero también es destacable el uso que hace de otras fuentes como la arqueología y el arte.| pp. 510-512Vínculos de Historia, núm. 9 (2020) | 511El segundo capítulo se podría considerar dividido en dos partes. La primera hace referencia a los diversos factores que influían en la economía agropecuaria: el clima, la geografía, la demografía y, especialmente, la botánica. Estos elementos, como se aprecia en la obra a través de los autores clásicos, se muestran fundamentales a la hora de administrar y explotar los recursos del paisaje rural. Justamente, la diversidad existente de paisajes en el territorio de la península itálica (y en el entorno del Mediterráneo) conduce a una amplia gama de posibilidades particulares de cada comarca o región, algo que, como pone de manifiesto el autor, no pasó desapercibido para los propios agricultores romanos (p. 20). La segunda parte del capítulo repasa de una manera bastante exhaustiva los diferentes tipos de cultivo (cereales, vides, olivos, árboles frutales, legumbres, cultivos de fibra, frutos secos, tubérculos, etc.), definiendo la presencia y características de cada variedad, así como sus modos de producción e importancia para la economía itálica. En menor medida, esta parte también trata la ganadería. Si bien solo se dedican unas escuetas páginas a esta actividad, y, a pesar de su importancia (no solo alimenticia, sino también para la obtención de ropa, instrumentos o fuerza de trabajo), queda en un segundo plano. Sin duda, lo que sí destaca en este capítulo es la amplia variedad de cultivos y animales presentes en el mundo romano, algo que, entre otras cosas, permitió proporcionar una correcta dieta a la población.El tercer y el cuarto capítulo se presentan con un propósito claro: evaluar las necesidades de abastecimiento del ámbito rural, tanto en equipamientos requeridos para los distintos trabajos como en cuanto al imprescindible capital para llevar a cabo tales empresas. Así, una vez señalada la información sobre la diversidad de productos agropecuarios en la segunda parte, Hollander plantea las imposiciones que estos creaban a lo largo de su proceso de producción, de modo que era preciso un constante intercambio de bienes. Las necesidades eran extensas y variadas, desde herramientas o espacios de almacenamiento hasta mano de obra (tracción animal, esclavos o jornaleros), y generaban movimientos de personas y circulación monetaria no solo en el campo, sino también entre los mundos rural y urbano, donde estaba una parte fundamental de los consumidores, mercados y prestamistas. De esta manera, el autor defiende su posición en contra del concepto de autosuficiencia del medio rural arraigado en la bibliografía sobre agricultura romana.El quinto capítulo se centra en cómo los agricultores conseguían solventar las necesidades creadas por sus labores a través de los mercados u otros miembros de la sociedad (como familiares, amigos, vecinos, clientes o patrones). Para entender las redes económicas en las que estos operaban, siempre diferenciando a los agricultores en función de su propiedad de la tierra y riqueza, Hollander considera tres modos de actividad económica: el intercambio de mercado (presente en la propia propiedad agraria o en un mercado de una población), la reciprocidad (las relaciones existentes entre agricultores, que podían variar desde ayudas entre vecinos hasta patronazgos) y la redistribución (como transferencia de recursos recogidos por un gobierno a través de impuestos) (p. 84-92). En esta parte sigue incidiendo en la idea del dinamismo de las actividades desarrolladas por los agricultores dentro de la economía romana. No obstante, el autor hace más referencias a las élites latifundistas, que son las más tratadas en las fuentes literarias (escritas en general por los grandes propietarios de tierras), aunque hace un esfuerzo por mencionar a otros estratos sociales.Por último, el sexto capítulo considera la situación en la que se encuentran los cuatro tipos de agricultores libres (los grandes terratenientes, los moderadamente ricos, los pequeños propietarios y los trabajadores sin tierra) en relación a su dependencia del mercado. Debido a las posibilidades que les ofrecían las grandes posesiones de tierras y la diversidad de actividades agrícolas, se afirma que los miembros de las élites resultaron 512 | Vínculos de Historia, núm. 9 (2020)menos dependientes de los cambios económicos respecto al resto de agricultores. De hecho, a menores propiedades y riqueza, mayor dependencia del mercado (pp. 93-96). Además, esta última parte ofrece un breve panorama de la evolución económica a lo largo de tres periodos: el siglo II a. C.; el siglo I a. C. —antes de la época de Augusto—; y los inicios del Imperio, desde Augusto hasta finales el siglo II d. C. A pesar de que este capítulo no es presentado como una conclusión, podría decirse que funciona como tal, diferenciando entre estos tipos de agricultores y sus relaciones de dependencia con el mercado en función de sus recursos. Finalmente, se aporta el brevísimo panorama de la evolución histórica, que aporta unas pocas pinceladas fundamentales a un asunto de una envergadura que, probablemente, necesitaría de más extensión.En suma, el profesor Hollander con esta obra proporciona nuevas perspectivas que cuestionan la idea tópica de la autosuficiencia imperante en el ámbito rural romano, remarcando el dinamismo e importancia que tuvieron los agricultores en relación a la economía. Además, es capaz de, siendo un libro de poca extensión, concentrar con solvencia una temática compleja y aportar datos significativos en cuanto a la diversidad de los productos agropecuarios, las diferentes clases de agricultores y sus múltiples e importantes interacciones y grados de dependencia con la economía en correlación con la sociedad de su tiempo.Sergio isaBel ludeñaUniversidad de Castilla-La Manchasergio.isabel@uclm.es

David B. HOLLANDER, Farmers and Agriculture in the 
Roman Economy, Routledge, Londres, 2019, 142 pp., ISBN: 
9781315103884

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David B. HOLLANDER, Farmers and Agriculture in the Roman Economy, Routledge, Londres, 2019, 142 pp., ISBN: 9781315103884

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