La adivinación es uno de los temas de mayor preocupación para Plutarco, como lo muestra una parte importante de su producción: «Que Plutarco, (…), se propuso dedicar varias obras a la temática délfica se deduce de sus propias palabras en la dedicatoria de E ap. Delph., “…al enviarte…algunos de mis diálogos píticos a modo de primicias” (384E)»1. Y lo es tanto por sus implicaciones físicas como teológicas. Tanto unas como otras vienen indicadas por la presencia e intervención en el diálogo de personajes que representan alternativas físicas claramente diferenciadas de la propia de Plutarco: la estoica, de boca del poeta Sarapión2, y la epicúrea, del geómetra Boeto