Como consecuencia del llamado proceso de Bolonia, los programas universitarios en la actualidad están, en su mayoría, diseñados por competencias. En este contexto, las prácticas de evaluación de los estudiantes deberían ser revisadas y adecuarse a lo que precisa el desarrollo de competencias de la educación superior. La experiencia que hemos llevado a cabo propone la utilización de una metodología y una herramienta concreta para asegurar un seguimiento suficiente y una retroalimentación adecuada de los estudiantes respecto a las competencias durante su proceso de aprendizaje