Artículo de revistaLa economía española presentó, en 2020, una capacidad de financiación del 1,1 % del PIB, sensiblemente inferior a la del año previo, cuando se situó en el 2,5 %. Este descenso reflejó, fundamentalmente, el impacto de la crisis sanitaria sobre los ingresos turísticos, que se contrajeron fuertemente, afectados por las restricciones a la movilidad internacional y a la actividad en los servicios de hostelería y turismo introducidas para contener la expansión de la pandemia. La ampliación del déficit de rentas secundarias también contribuyó al deterioro de la capacidad de financiación, aunque en mucha menor medida. Estos desarrollos contrarrestaron la mejora del resto de los componentes, que fue particularmente destacada en las balanzas de bienes y de rentas primarias. Por su parte, la evolución de las operaciones financieras con el exterior ha estado muy condicionada por el aumento del volumen de compras de activos del Eurosistema, que se ha reflejado en un elevado saldo positivo de la cuenta financiera de los sectores residentes, excluyendo el Banco de España. Por el contrario, las operaciones financieras de este último frente al resto del mundo reflejaron un abultado incremento de sus pasivos. El saldo deudor de la Posición de Inversión Internacional neta de España se incrementó hasta el 84,3 % del PIB, como resultado fundamentalmente de la intensa caída del PIB y de la disminución del valor de los activos financieros exteriores debido a la apreciación del euro. Por último, la deuda externa bruta de la nación se situó en máximos históricos en términos de PIB (199,4 %) debido a la contracción de la actividad económica y a la asunción de nuevos pasivos, particularmente por parte del Banco de España, en el contexto de un aumento de las posiciones de esta institución frente al Eurosistema, como resultado de la aplicación de sus programas de compras de activos