El archivo ha sido teorizado como lugar de exclusión, monumento al poder,
depósito donde se construye una memoria externalizada, formador de identidad. Luego de pasar brevemente revista a algunas de estas formulaciones (Foucault, Derrida, Murguía, Didi-Huberman), el artículo procede a una somera descripción del carácter diverso de cuatro archivos musicales, y de las operaciones que en ellos he realizado como musicólogo. Aunque se resalta la importancia de la vivencia personal del archivo, se pone también de manifiesto la necesidad de reflexionar sobre las intersecciones entre la teoría previamente reseñada y las realidades prácticas de los archivos musicales. Son estas intersecciones esquivas, ya que el
pensamiento sobre el tema toma como modelos archivos gubernamentales, policiales, legales, verdaderamente extraños al mundo caprichoso y muchas veces irracional de los archivos musicales
