Pensar en la definición de un proyecto nacional supone una reflexión crítica sobre la misma idea de proyecto, en primera instancia, y luego en una segunda, sobre cuál es el lugar de lo nacional en las sociedades actuales, entre ellas la nuestra.Facultad de Periodismo y Comunicación Socia

Lacarrieu, Mónica Beatriz

Servicio de Difusión de la Creación Intelectual

¿"REFUNDACION" O "CONTESTACIÓN" DE LO NACIONAL?Por Mónica B. Lacarrieu ♦• Doctora en Filosofía y Letras (Antropología Social). Docente de la Universidad de Buenos Aires. Directora del Programa Antropología de la Cultura del Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Investigadora Independiente, CONICET.Pensar en la definición de un proyecto nacional supone una re­flexión crítica sobre la misma ¡dea de proyecto, en primera instancia, y luego en una segunda, sobre cuál es el lugar de lo nacional en las sociedades actuales, entre ellas la nuestra.Los "tiempos en crisis/tiempos de crisis" aparentan ser el punto de mayor integración de América Latina. En este sentido, los reco­rridos localizados de la crisis obli­gan a repensar, no sólo desde lo político, cómo plantear un proyec­to nacional, cuando la mayor par­te de los ciudadanos de esta so­ciedad se encuentran en estado de suspension de su reproducción y, como ha dicho Lomnitz1 para el caso mexicano, en un contexto en el que domina una "saturación de presente" constituida entre imá­genes deseables de futuro e inviables proyectos de futuro. Esta dimensión cultural de la "crisis" se ha vuelto una condición de impe­dimento en relación a la produc­.........1 Lomnitz. Claudio, “Times of Crisis: Historicity, Sacrifice and the Spectacle of Debacle In Mexico City”. Ponencia presentada a ABA, Gramado, Brasil, 2002.ción de imágenes convincentes acerca de la aspiración de futuro, y por ende de un proyecto, que se sigue deseando construir en base a imaginarios "saturados de pasa­do", sin embargo vulnerabilizados por la saturación de presente. Una vulnerabilidad que se extiende a la ciudadanía, en tanto socializa­da en torno a la ¡dea de progreso constituyente de la "sociedad na­cional" desde la generación de 1880 en adelante, si bien fortale­cida en la década del menemismo por relación a una perspectiva globalizadora de ingreso al "Primer Mundo".Ciudadanos que aún persisten en la necesidad de pensar y cons­truir imágenes de futuro, mientras que en el hacer cotidiano esos de­seos fundados en la visión evoluti­va de mejoramiento se ven hechos trizas por la interrupción de las ex­pectativas vinculadas al pasado, pero que en su momento fueran colocadas en el plano de proyecto a futuro.La aparente sensación de sus­pensión del tiempo no inhabilita la construcción de cierto vínculo en­tre el orden político y el papel de la temporalidad en esa constitución. Este punto, sin duda, nos lleva alis. naneasproblema de lo nacional. Algún es­pecialista que se ha preguntado si Argentina no estará necesitando de un "acto refundaclonal", a través de esa inquietud está colocando en el foco del escenario socio-político la desprestigiada idea de nación, pero que sin embargo, en franca articulación con el campo de la cul­tura, desde el ámbito político se procura reeditar. La "Refundación de la República", como ha sido plan­teada por el propio gobierno de Duhalde, retoma no obstante la perspectiva restauradora y de re­cuperación restrictiva de la identi­dad nacional que se constituyera como tal durante el siglo XX.Las fechas oficiales de la patriaDesde el orden político-partida­rio se ha iniciado un proceso de construcción de "política de la me­moria" fundado en una concepción del tiempo volcada hada el pasa­do, aunque elaborando una deter­minada visión del pasado. Cuestión que se ha propuesto en sintonía con la recuperación de fechas, conme­moraciones y símbolos patrios, visualizados como vehiculización de la memoria, puestos en acción me­diante la repetición de "ciertas fe­chas constitutivas de lo común", pero sobre todo de la "sobre­proyección"2; es decir de retomar determinados hitos, aquellos que permitan realzar el presente políti­co-partidario. En esta perspectiva, la exaltación del 25 de mayo pri­mero, como fecha vinculada al ini­cio del proceso de nuestra indepen­dencia y en relación a cuyo con­texto se ha construido el mito de que el "pueblo" salió a la calle, específicamente a la Plaza de Mayo, a "saber de qué se trata"; pero fun­damentalmente el realce del 9 de julio, conmemoración de nuestra in­dependencia, definitivamente un ve­hículo de la memoria nacional que el presidente Duhalde tomó como hito y fecha límite para recuperar la economía y "salir a festejar"; son ejemplos sintomáticos de una idea de "refundación" constituida desde el "mito de origen fundacional".En este sentido, la recupera­ción del 9 de julio por parte del presidente de la nación ha sido el intento de monumentalizarel pre­sente, pero también de legitimar­lo en lo que a contexto político- partidario se refiere, resaltando una conmemoración del pasado nacional, y resignificándola en pos de "refundar la nación". El 9 de ju­lio como "fecha oficial", nueva­mente "oficializada" desde el po­der político, sin embargo, ha sido disputada por otros sectores so­ciales -organizaciones civiles y so­ciales, piqueteros, caceroleros, asambleístas populares y vecina­les-, quienes aunados con el or­den político en la idea de "refundar la nación", pero en disenso con el significado dado a ello y aún más respecto de la idea de "fiesta" (con todas las connotaciones que trae desde los tiempos del menemis- mo), han utilizado el hito 9 de ju­lio para convocar, incluso en el contexto del mismo día, a movili­zarse, acamparen las plazas, ma­nifestarse públicamente.El proyecto de "refundación" vin­culado al "acto refundacional" se ha vuelto un recurso subjetivo e ins­trumental bajo la expectativa de gestar una "nueva independencia" que desde la estrategia de la iden­tidad opere por desplazamiento en otros ámbitos relacionados a lo eco­nómico, lo político y lo social. Una estrategia que se viene construyen­do desde la lectura y registro de pasado -si bien guiados por las in­certidumbres e incertezas del pre­sente-, reconstituida y marcada por la relación entre orden político-or­den temporal-orden cultural. El cam­po de la cultura, en este caso espe­cializado en su corte identitario, pro­cura contribuir a realizar una inter­pretación actualizada de ese pasa­do con miras hada el futuro, hablan­......... 2 Lechner, Norberto, "Orden y Memoria", en Museo, Memoria y Nación, Sanchez Gomez y WillsObregon (comp.), Memorias del Simposio Internacional y IV Cátedra Anual de Historia, Museo Nacional de Colombia, Bogotá, 2000..........3 García Canclini, Néstor, Latinoamericanos buscando lugar en este siglo, Paidos, Buenos Aires, 2002do tanto de lo que fue como de lo que debiera ser de aquí en más la sociedad argentina.Aunque la sociedad acompa­ña este proceso de revisión y re­estructuración de lo nacional, cabe preguntarse hasta dónde la mani­festación pública de "refundar la nación" comporta los mismos sen­tidos para unos y para otros. La sobreabundancia de estrategias tendientes a metaforizar esa de­manda -como el despliegue de banderas o la utilización de las fe­chas patrias- no estaría invocan­do el mismo significado, y aún más, el mismo "proyecto" (entre­comillado debido a la presunta di­ficultad de construir proyecto) de aspiración nacional.¿Será posible reunir(nos) bajo el paraguas de "proyecto nacional", cuando el mismo es, desde el ám­bito político e institucional, imagi­nado en tomo de la identidad na­cional bajo la cual nos hemos con­formado como "comunidad"? ¿Será posible reunificar(nos) bajo la idea de sociedad nacional que ha permi­tido la subsunción perversa de las diferencias y desigualdades? ¿Será posible aunar bajo un sentido simi­lar la aspiración de un "proyecto na­cional" -anclado en el sentimiento de "refundación" y "nueva indepen­dencia"- con la de un "proyecto social" que se constituye ambigua­mente entre el lugar del ascenso social peculiar de esta sociedad, la obstinación por deseos privados propios sobre todo de las clases medias y la concientización, aún dis­persa, de las pérdidas que hemos sabido conseguir?En un país, en una sociedad, que como ha dicho Néstor García Canclini3 ha dado consenso para muchas formas de exclusión, o que en otras palabras, también del es­pecialista, se ha constituido como mtifyjas .19tal en base a la pregunta "¿a quién debemos excluir para incluimos?" la idea de "Proyecto Nacional" debe invocar la dimensión de lo inclusivo pero ya no en el marco de lo que fuera el "crisol de razas" sino en diá­logo y conflicto con los otros, con lo diferente cultural y socialmente.Aunque la idea de "proyecto" parece casi improbable en el con­texto de una sociedad sumergida en la impresión de que lo que vi­vimos es la "falta de proyecto", carencia pensada en términos de temporalidad pero también de pérdidas que cada uno de noso­tros hemos sufrido, podría suplir­se por la "búsqueda de un nuevo lugar/de otro lugar" (parafrasea­ndo a Canclini).Una búsqueda que debiera Implicar la conformación de un nuevo relato en que podamos "contar con la experiencia posible de los otros. Contar con los otros"4. O, como ha poetizado Marcos des­de la insurrección zapatista, que permita comprender que "un es­pejo somos, aquí estamos para vernos y mostrarnos, para que tú nos mires, para que te mires, para que el otro se mire en la mirada de nosotros". Un planteo supe- rador de la "política de la diferen­cia", hasta hoy vista en continui­dad con la idea del otro construi­do a base de ser siempre "otro" que debe renegociar permanente­mente su presencia.Cultura y políticaEspecialistas como García Canclini pronostican que en la pro­ducción y el consumo cultural pue­de aún encontrarse ese resquicio, ese intersticio o bien ese otro lu­gar que estamos buscando. En efecto, los últimos meses han dado cuenta de la relevancia de este campo en vistas a mirar la "crisis" en tono esperanzador: por un lado, el entusiasmo marcado por......... 4 Idem nota 3..........5 Diario La Nación, enéro de 2002. los medios de comunicación ante la profusión de oferta cultural y la demanda y consumo de la misma por parte de la ciudadanía, es pro­clive al diseño de una ruta por la cual se vislumbra una pequeña lucecita hacia una salida; por el otro, la insistencia por legislar para excluir a las industrias culturales de privatizaciones y compras de gran escala transnacional, hablan de la preocupación por una indus­tria nacional que se intenta salvar de entre tantas otras que se han malvendido, por tanto de un es­pacio que permitiría al menos en­contrar ese otro lugar en el cine, la televisión o los libros desde los cuales producir una imagen nacio­nal propia, sin convertirnos en los "gerentes locales" de empresas transnacionales. ¿Pero será posi­ble que ese otro lugar sea ras- treable desde el campo de la cul­tura, en el sentido que supo tener allá por los años sesenta, cuando la "movida del Di Tella" abrió un camino de disenso y alternativa para un mundo que desde lo local se esperaba contribuir a cambiar?No obstante la importancia del campo cultural en términos espe­cíficos, considero de mayor rele­vancia pensar la búsqueda de ese nuevo/otro lugar, a partir de re­pensar los vínculos entre cultura y política. Probablemente, los di­chos de Américo Castilla5, apenas sucedidos los acontecimientos de diciembre de 2001, den cuenta de esto que quiero resaltar: "Al res­taurarse la democracia, en la dé­cada del ochenta, la gente desea­ba manifestarse públicamente y los recitales fueron una excusa para volver a encontrarse, a reír y ce­lebrar en libertad. En ese punto la demanda fue bien interpretada por el Estado y el éxito consiguiente condujo a los posteriores admi­nistradores a aplicar la fórmula in. discriminadamente. A los recita­les de rock, ya en competencia con los empresarios comerciales, si­guieron los de danza para los ve­raneantes que iban a las catara­tas del Iguazú o los de jazz para el turismo invernal de Bariloche. ¿Era esa la demanda de la gente? Los cacerolazos podrían indicar que lo que quería manifestarse pú­blicamente tenía, hace rato, otras connotaciones".Los cacerolazos de diciembre, aunque debiéramos pensar que los piquetes previos y del presente también, han contribuido a reco­locar el sentido y la dimensión sim­bólica de lo cultural en términos de la protesta, el conflicto, las dispu­tas y demandas que claramente comenzaron a darse en el terreno de la esfera pública antes que en el espacio de lo estatal. Aunque no todos puedan ser visibilizados pú­blicamente, aunque no todos pue­dan hacerse oír y escuchar, me parece esencial reflexionar sobre las posibilidades que ofrece esta lucha por la apropiación de senti­dos que hoy se dan en la esfera de lo público. En esa perspectiva, tal vez los cacerolazos y otras formas de protesta y apropiación del es­pacio público, nacidos del contex­to específico de crisis argentino, que fueron legitimándose en el re­conocimiento de la región latinoa­mericana y del mundo global, se han vuelto ese espacio potencial para que sectores populares, nue­vos pobres y futuros pobres pue­dan dar batalla al sentido de lo pú­blico, puedan reencontrar los sig­nificados perdidos, puedan re­plantearse la relación entre cultu­ra y política, pero sobre todo con­formar culturas políticas.20 •De cara al 2005, año en el que podríamos ser integrados desde lo económico-comercial en un acuer­do (ALCA) que desde el poder in­tentará disciplinar a los ciudadanos de la región, bajo riesgo de perder para siempre todo indicio de inde­pendencia, se vuelve urgente re­pensar ese lugar de "contestación" que desde el ámbito de lo público y desde una dimensión que incluye lo simbólico, están recreando los ciudadanos de esta sociedad pero también los de otras sociedades la­tinoamericanas. En un escenario en que el Mercosur aparece debilita­do, aunque no sólo desde el cam­po económico sino incluso desde el que compete a lo identitario y a la participación ciudadana, es pro­bable que el horizonte del 2010 ofrezca una ruta alternativa, siem­pre y cuando los gobiernos de nuestros países eludan el camino fácil de la reedición identitaria na­cional y progresista (en el sentido de progreso civilizatorio) que tu­viera lugar en el centenario de 1910.Si los poderes nacionales y lo­cales insisten en promover un dis­curso a través del cual se profundi­za la brecha entre dependencia eco- nómica (traducida en el futuro ALCA) y los imaginarios vinculados a la independencia nacional, es evi­dente que no sólo nuestra socie­dad no resurgirá de entre las ceni­zas, sino que incluso la región se verá sumergida y perdida entre los designios y la mirada impuesta des­de el norte, una vez que EE.UU. se convierta ahora sí en la potencia regional de América Latina.Es tiempo de preguntarse si, en este contexto, el lugar de la cultura en pos de una democracia que incluya la dimensión simbóli­co cultural, se torna viable. Pero también es tiempo de preguntar­se: ¿puede la cultura aportar a la (re)construcción de ciudadanía y democracia en países donde aque­lla exclusión arroja cada día a ma­yores contingentes por debajo de los niveles de pobreza e indigen­cia? ¿Puede la cultura contribuir con fuerza a reanimar sociedades civiles en las que reencuentren sentido los intereses colectivos y formas de ciudadanía que no se limiten a una mera participación (inmolación) consumista?6 ◄.........6 Lacarrieu, Ménica y Alvarez, Marcelo, "La Plaza y la Caverna. Dilemas contemporáneos de la gestión cultural", en La (Indi) Gestión Cultural. Cartografía de los Procesos Culturales Contemporáneos, Lacarrieu y Alvarez (comp.), Ciccus-La Crujía, Buenos Aires, 2002.BazarAmericano.comEl sitio de Punto de Vista on-lineEsperamos su visita, sus críticas, sugerencias y mensajes.• 21

¿"Refundacion" o "contestación" de lo nacional?

http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/145859/Documento_completo.pdf?sequence=1

¿"Refundacion" o "contestación" de lo nacional?

Abstract

Similar works

Full text

Available Versions

Servicio de Difusión de la Creación Intelectual