Abstract

Sumario: Las instituciones evolucionan con el tiempo, como lo hacen los humanos, e inevitablemente desarrollan un personalidad que surge de lo que una vez fueron y quisieron llegar a ser - y de hecho, lo que la realidad permitía. Este ha sido el caso de los Centros Culturales de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Su evolución también les ha dotado de una singular personalidad. El tiempo los ha dejado con líneas de arrugas reveladoras; y ahora, al igual que con personas al llegar a la madurez, los Centros pueden dar un paso atrás y observarse a sí mismos en el espejo y ver quiénes son y en qué se han convertido. Los centros no sólo cumplen el propósito de promover la cultura española sino que pretenden ayudar a los creadores y a la industria cultural a nivel local, formando parte del tejido mismo del país donde están ubicados, y convirtiéndose en un centro para desarrollo. La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto devastador para el sector cultural en todo el mundo. El cierre durante largos periodos de tiempo, la restricción de aforos y las limitaciones a la movilidad han provocado graves pérdidas en museos, galerías, centros culturales y salas de cine; la cancelación masiva de espectáculos ha tenido el mismo efecto en el ámbito de las artes escénicas y la música, dejando sin trabajo a miles de profesionales. Sin embargo, se ha dado la paradoja de que la cultura ha sido también uno de los servicios más solicitados para combatir las secuelas negativas de los confinamientos y la fatiga pandémica

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