Seguridad y salud en el trabajo (SST) es uno de los temas de más importancia en la agenda social de la Unión Europea (UE). Una de las principales razones para ello es la seriedad de las consecuencias de los accidentes laborales: trauma para los implicados, impacto financiero negativo para la compañía, para la economía nacional y personal, y una pobre imagen pública para la empresa, la cual puede extenderse a todo el sector. El coste total por accidentes graves y fatales en la UE en 1999 supuso pérdidas por 500 millones en días de trabajo perdidos. Ademas, España se sitúa en segundo lugar en el ranking de accidentes fatales en el trabajo con 370 muertos en 2003, sumando 110 muertes más que la media en la UE.
El análisis secundario realizado a partir de los datos del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) correspondientes a la«IV encuesta sobre condiciones de trabajo» reveló que existen diferentes percepciones del riesgo entre la dirección y los empleados, aunque ambas partes trabajen en el mismo lugar. Los datos también muestran que la percepción del riesgo cambia tanto en un caso como en el otro si se tienen en cuenta sólo las actividades de SST o los aspectos estructurales, en lugar de considerar toda la empresa y el conjunto de las actividades y aspectos estructurales de la organización. La investigación parece indicar también que el tamaño de la plantilla está correlacionado con la percepción de riesgo tanto del trabajador como de la gerencia de la empresa. Además, el número de diferencias estructurales y de actividades en materia de SST marcan la diferencia en la forma en que la dirección y los empleados perciben el riesgo en el trabajo. Para implantar una cultura de SST es necesario mucho más que cambios estructurales en la organización de las empresas y/o cambios en la actitud de los individuos.
Tras revisar los instrumentos existentes en España especializados en temas de SST, concluimos que éstos se dirigían sobre todo a cómo impulsar actividades específicas. Sin embargo, pensábamos que era importante orientarnos hacia cómo crear una cultura de SST que incorpore actividades concretas, mientras se mantienen los limitados recursos que tienen las pymes para este tipo de asuntos. Concluimos que era necesario estudiar las buenas prácticas en materia de SST y su implementación en pymes, con el fin de servir como un ejemplo real y promover normas basadas en buenas prácticas.
El análisis de casos de buenas prácticas a partir del modelo TQM (Total Quality Management) puede ser de gran utilidad para entender cómo promover una cultura de SST que incorpore la participación de los trabajadores, para de esta forma cerrar la brecha existente en la percepción del riesgo en el trabajo. La posibilidad de compartir conocimientos entre las pymes es el primer paso hacia una nueva cultura de la SST