La dignidad humana desde una perspectiva metafísica

Abstract

Resumen: La cultura actual se desarrolla de modo preferente en el horizonte antropológico. El hombre se interesa ante todo por sí mismo y por lo que dice relación a él. Es una época de adolescencia cultural, de un cierto narcisismo. Esto tiene sus inconvenientes. Las mayores dificultades le salen al paso al hombre cuando intenta trascender ese mundo menor, salir de sí mismo, dar la caza al ser. La modernidad, una vez que cree haber descubierto el «yo», se ha instalado en su propia tienda, y desde su interioridad inmanente trata de hacer la «lectura» de los signos que observa en su contorno. Por fortuna también la caverna del ser humano es un horizonte que se dilata en la medida que se trata de recorrer. Ya lo advertía Heráclito en una de sus sentencias que abren surco en la historia: «Camina, camina, por más que avances no llegarás nunca a los confines del alma, ni agotarás todos los senderos; tan profundo es su "lógos"»'. Esa apertura hacia el infinito desde la tienda del hombre la confirma Aristóteles con su acertada descripción del alma quodammodo omnia2. El pensamiento medieval recogió esta herencia y la completó desde las fuentes de la revelación, en las que el hombre se presenta como la obra maestra de Dios en el mundo. Tomás de Aquino interpreta el ser del hombre en el mundo como el lugar donde se dan cita todas las perfecciones que la mano creadora ha derramado en el cosmos, como si el hombre fuera el cauce donde convergen todos los afluentes, corporales, los espirituales, para que desde sus manos, puedan retornar al mismo principio originario'

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