La filosofía y las ciencias

Abstract

Hoy nadie pone en duda que la filosofía y las ciencias constituyen modos específicamente distintos de saber. Nos resulta sorprendente, por ejemplo, enteramos que la obra de Robert Boyle que marca el comienzo de la química moderna se llamase "Filosofía Corpuscular" (Te Corpuscular Philosophy, 1666), o que Isaac Newton llamase "Principios' Matemáticos de Filosofía Natural" (Naturales Philosophiae Principia Mathematica, 1687) a su famoso tratado de mecánica celeste, o que Jean Baptiste de Lamarck propusiese su teoría de la evolución biológica en un volumen de "Filosofía Zoológica" (Philosophie Zoologique, 1809, o que John Dalton publicase un "Sistema de Filosofía Química" (System of Chemical Philosophy, 1808). Sin embargo, esta confusión es explicable: las ciencias nacieron de trabajos de filósofos que investigaron el mundo físico, y por ello se supuso, que se trataba de una labor filosófica. Los escritos de los presocráticos (de los que, lamentablemente, sólo nos han llegada fragmentos) atestiguan que su interés estaba volcado al estudio de la naturaleza. El misma Platón, que desvaloriza la consistencia del mundo físico por su continua movilidad, ubicando. su conocimiento en el campo de la opinión, no deja de estudiarlo detenidamente en el "Timeo". Aristóteles, que mereció el título de "el Filósofo" por antonomasia, es autor de los dos tratados de zoología más importantes de toda la antigüedad, y en su "Física'› analiza las propiedades estáticas y dinámicas de los cuerpos. En el medioevo, los filósofos árabes se dedicaron a las matemáticas, a la astronomía y a la alquimia no menos que a la lógica y a la metafísica. San Alberto Magno, teólogo y filósofo, realizó importantes y originales observaciones botánicas, zoológicas' y alquímicas. Rober Bacon, también filósofo y teólogo, es, si no el inventor, al menos el primer autor que explica el modo de fabricar la pólvora…

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