Lancelot Cowie

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Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL): Revistas

44Las generaciones del Zumaque: novela emblemática del petróleo en VenezuelaLancelot CowieSenior LecturerDirector, CENLAC. Trinidadlancelot.Cowie@sta.uwi.eduEntreletras, N° 3. Enero-Junio de 2018, p. 44-47Con el nacimiento de la industria petrolera en Venezuela en 1914 cuando se perforó exitosamente el primer pozo Zumaque-1, en la zona denominada Mene Grande al este de Lago de Maracaibo, el país se transformó rápidamente de una tradición agrícola: café y cacao a una economía dependiente del petróleo. Esto incidió en todas las facetas de la vida política, cultural y social. Un geólogo norteamericano de Stanford que atestiguó el hallazgo, pronunció eufóricamente ante este maravilloso suceso: “No sé si este descubrimiento conllevará la felicidad o no al pueblo venezolano” . Cabe indicar que pocas novelas venezolanas han destacado la saga del petróleo en toda su extensa trayectoria de 90 años. Las obras notables son Mancha de Aceite, 1935 de César Uribe Piedrahita; Mene, 1936 de Ramón Díaz Sánchez; Guachimanes, 1954 de Gabriel Bracho Montiel; Casandra, 1957 de Ramón Díaz Sánchez y Oficina Número 1, 1961 de Miguel Otero Silva.Para el propósito del presente estudio recurrimos a Las generaciones del Zumaque, 1991 de Daniel Bendahan, tal vez la última novela petrolera del siglo XX que pretende abordar toda la historia del oro negro desde la aparición en 1913, cuando comienzan las primeras exploraciones en las orillas del lago de Maracaibo, hasta la nacionalización en 1975. La novela consta de quince capítulos que marcan una precisa periodización entre los cuales se destaca el primero, “De los páramos al lago”, capítulo intro-ductorio que describe con amplitud impactante la dureza del trabajo fundacional y la adaptación al ambiente tropical. El autor, además, nos brinda una perspectiva desde dentro de la industria como asesor de varias compañías petroleras, razón por la cual Fecha de recepción: 12 de junio de 2 017Fecha de aprobación: 16 de octubre de 2017 Resumen:  Llamamos aquí la atención sobre Las generaciones de Zumaque, de Daniel Bendahan, publicada en 1991, que fue la última novela que aborda el tema de la génesis de la industria petrolera venezolana. Se ubica esta obra en la misma tradición de novelas como Mancha de Aceite, 1935 de César Uribe Piedrahita; Mene, 1936 de Ramón Díaz Sánchez; Guachimanes, 1954 de Gabriel Bracho Montiel; Casandra, 1957 de Ramón Díaz Sánchez y Oficina Número 1, 1961 de Miguel Otero Silva. Todas ellas han dejado constancia de esa génesis. Bendahan escribe desde su expe-riencia de haber sido un trabajador de esta industria, y ofrece un fresco histórico, cargado de detalles, anécdotas y humor. Conluimos que ese fresco carecee del enfoque critico e ideológico que había caracterizado la novelística que la antecede.Descriptores: novela del petróleo, narrativa venezolana, historia del petróleo en VenezuelaLas Generaciones del Zumaque: emblematic petroleum novel in Venezuela Lancelot Cowie Senior LecturerDirector, CENLAC. Trinidad and TobagoABSTRACT; Here we call the attention to Las Generaciones del Zumaque, by Daniel Bendahan, published in 1991,  which was the last 20th century novel that deals with the topic of  the genesis of  the Venezuelan petroleum industry . This work shares the same tradition of  novels like Mancha de Aceite ( Uribe Piedrahita.1935); Mene, ( Ramón Díaz Sánchez. 1936); Guachimanes (Gabriel Bracho Montiel.1954); Casandra (Ramón Díaz Sánchez.1957); and Oficinia Número 1 (Miguel Otero Silva.1961).  All of  them have told the story of  this genesis. Bendahan writes from his experience as worker in this industry, and offers a historical picture, loaded with details, anecdotes and humor. We conclude that this picture lacks the critical and ideological approach that characterized the novelistic style that precedes it.  Keywords: petroleum novel, Venezuelan narrative, history of  the petroleum industry in Venezuela. 45puede precisar con verosimilitud detalles de la geografía, de la historia y el medio ambiente propio del área. Resalta con humor la idiosincrasia del pueblo trabajador y la conducta de los extranjeros que dirigen la explotación petrolera. Todo se expresa con un lenguaje escueto, ameno, fluido, exento del lirismo e hipérbole de los autores precursores. Las generaciones del Zumaque capta con brochazos cinematográficos las peripecias de las primeras exploraciones petroleras en el Zulia, donde el fenómeno atraía un abigarrado tropel de obreros que acudían a las zonas inhóspitas para rastrear y sacar el combustible negro del subsuelo, abandonaron las labores tradicionales seducidos por la fiebre de una soñada prosperidadEn número creciente fueron llegando los campesinos que abandonaban sus conucos, los pescadores que colgaban sus redes y los criadores que dejaban el ordeño, para convertirse en obreros petroleros y cambiar la alpargata por la bota. (Bendahan, 1991: 41)Mene de Díaz Sánchez, con un estilo poético de imágenes adornadas alude al mismo flujo laboral: Nuevos contingentes de carne moza y sana llegaban sin cesar a las playas petroleras: hombres que acababan de arrojar el lazo y la azada, que acababan de abandonar la pampa, la huerta y la paleta de la canoa pesquera... Hom-bres enardecidos por la gula áurea. [...]Venía un ejercito delirante de todos los vientos del globo. (1983: 84-85)El movimiento migratorio es aun más omniabarcante y descriptivo en Casas Muertas: Venían de las más diversas regiones, de aldeas andinas, de las haciendas de Carabobo y Aragua, de los arrabales de Caracas, de los pueblos pesqueros del Litoral. Los había campesinos y obreros, vagos y tahúres, comerciantes en baratijas, jugadores de dados, oficinistas hartos del escritorio, muchachos tímidos, rostros con cicatrices, un negro tocando una guitarra. También chinos cocineros, norteamericanos enrojecidos por el sol y la cerveza, cubanos de bigotes meticulosamente diseñados, colombianos de inquietante mirada melancólica. Todos iban en busca del pe-tróleo que había aparecido en Oriente [...] A unos los movía la esperanza a otros la codicia, a los más la necesidad. (Otero Silva, 1980:133-134)Las generaciones del Zumaque celebra la laboriosidad y el sacrificio de estos tempranos trabajadores que vencieron múltiples obs-táculos para levantar y construir la incipiente industria. Los campamentos rudamente erigidos no ofrecían ninguna comodidad, dormían en chinchorros dentro del colgadero —un bohío de paja— y usaban tobos agujereados para ducharse y excusados de hoyo. Las garrapatas, el barro hasta las orejas y la malaria complicaron la existencia en las zonas de exploración. Tuvieron que acarrear tubos largos, sacos de cemento, piezas de hierro muchas veces con el apoyo de tracción animal. Limpiaron a golpe de machete zonas extensas para armar plataformas donde iban a erigir la torre de madera. Los accidentes frecuentes segaron la vida de muchos campesinos andinos convertidos en trabajadores petroleros. Más tarde las compañías conscientes del alto riesgo de accidentes en la refinería introdujeron medidas profilácticas para garantizar la seguridad del peón que a menudo desobedecía las órdenes poniendo en peligro su propia vida (Bendahan, 1991: 64-65).Los altos ejecutivos extranjeros que regían las operaciones petroleras en Venezuela se delinean en Las generaciones del Zu-maque con pinceladas humorísticas en sus amoríos, su forma de hablar y la prosopografía. Westberry y Mackintosh, dos euro-peos, fueron de farra con prostitutas locales para saciar su apetito carnal, el narrador atribuye el enérgico apetito sexual al mojito de curbina en coco que le hacían consumir en su hotel. La presentación de Rodney Hoggash, oriundo de Texas y representante de una compañía petrolera americana, es el caso más elocuente de la tropicalización; se casó con una mujer criolla y estableció su hogar en Venezuela. Su habla sin conjugaciones del verbo da un matiz jocoso al diálogo. —Tu ser una mujer maravillosa, por eso yo quererte siempre. Mujer americana formar peo grande, como decir en Maracaibo. Tu aceptar cosas de la vida con buen humor. Yo sortario casar con maracucha.—¿Eres feliz? -preguntó ella dulcemente.—¡El petrolero más feliz del mundo!... Sabes, Sena, yo estar también enamorado de Venezuela y no querer regresar a Texas. Allá ser nadie, aquí ser mister Hoggash... querer comprar hacienda para vejez... (Bendahan, 1991: 159)Porterfield, apodado “El Sargento”, tuvo dificultades para aprender el castellano pero no afectó su labor como perforador jefe pues intercalaba palabras de su idioma natal y recurrió a la traducción de Ralph “El Trinitario”:—¿Materiales llegar? – preguntó a Cornelio Chacón.—Todo está aquí, mister Porterfield.—Very good, empezar por distribuir como layout –dio la espalda y se fue hacia la caldera. (Bendahan, 1991: 106-107)46El autor tiende a proyectar el habla de otros grupos étnicos. Xi-Huan Kicheng, el chino cocinero, natural de Shanghai, acude a la clínica para que le curen de la picada de alacrán, oportunidad donde presenta su historia personal, en un español afectado y fragmentado que se enfatiza estilísticamente con la transcripción fonética del reemplazo de la “r” por la “l”. (Bendahan, 1991: 236-237). Además, elabora con mesura, a veces con demasiados detallismos, la conducta y la vida de los extranjeros que ocu-paron puestos importantes en las refinerías. Al mismo tiempo, señala la proclividad de los venezolanos para denominar a los extranjeros que están en los campamentos como Pierre Beaumiroir, “un hombre muy blanco, de pelo castaño y con las mejillas coloradas” a quien los maracuchos apodaron “Tomatico”.Un rasgo de la obra es el realce del roce social armonioso de los extranjeros con los locales. No hay rencillas entre margari-teños, andinos o maracuchos, todos trabajan afanosamente para mejorar su condición material. Muchos han logrado beneficios materiales e invirtieron las ganancias en bienes raíces y tuvieron mucha influencia con oficiales de las empresas petroleras. Los extranjeros se casan con mujeres criollas y los hijos logran el ascenso social a través de la educación superior, para insertarse posteriormente en la industria petrolera.Si bien el petróleo fomentó la prosperidad para un sector reducido, particularmente el del Benemérito Gómez y sus allegados durante el período 1908-1938, las masas no se beneficiaron de la bonanza. Díaz Sánchez lo plasma irónicamente en Mene: “el petróleo envenena a la gente. El más sano se vuelve una fiera. Debe ser el olor.” (1983:89)Otro de los aspectos negativos se manifiesta en el éxodo de los agricultores de sus siembras, metiéndoles inexorablemente a maniobrar la cabria, el taladro y la perforación. La naturaleza prístina sucumbió a la depredación de los exploradores con sus máquinas devoradoras. El vicio engulló poblados como Lagunillas, ciudad que había despertado de súbito con la búsqueda del petróleo para crecer vertiginosamente en unos pocos años: “Lo que fue un apacible lugar de palafitos se convirtió en un bulli-cioso conglomerado humano con todas sus lacras […] Había ahora desde casas de empeño hasta bares escandalosos y sórdidos prostíbulos” (Bendahan, 1991: 110). En este ambiente de alegría y de derroche, hasta el Juez del Distrito se mezcló con los petroleros de estilo tejano, todos gastando dinero en apuestas.En contraste con las denuncias periodísticas de 1936 sobre el voraz incendio de Lagunillas y la ausencia de medidas de se-guridad para estos casos, las novelas abordan este hecho histórico presentando solamente el suceso dantesco sin indagar ni en las causas del fuego ni en el ambiente laboral de los trabajadores. La mención sucinta en Las generaciones del Zumaque con su característico lenguaje descarnado se encuentra en las antípodas de la presentación infernal que en Mene asume un lirismo desbordante¡Fuego! ¡Fuego!El grito surgió de la calle, de la planchada. Luego repercutió, se expandió, tembló en mil, en diez mil voces aterra-das.—¡Fuego! [...]—¡Incendio!Por sobre los caballetes de cinc apareció, vibrante, la roja espiral del fuego. ¿Dónde había surgido? [...]La lengua, las mil lenguas viboreantes, gruñidoras, venían detrás, ganando la retaguardia. Se detenían con volup-tuosidad, poseídas de una conciencia diabólica, para arropar los deleznables obstáculos, las casitas ruines, una por una. Y el obstáculo caía gimiendo, primero mancornado sobre sus patas de mapora, asentado luego sobre la negra costra del agua, y acabando al fin por hundirse en la ancha boca abierta. Una melena de llamas quedaba arriba, fragorosa. Estas llamas destacábanse como seres vivos, saltaban a la angosta plataforma y se deslizaban en pos del tropel pavorecido. (1983: 108)Las novelas no elevan la conciencia del lector porque esquivan los temas medulares de la industria como el anti-imperialismo, el sindicalismo junto con su lucha de beneficios para los trabajadores, la falta de seguridad muchas veces atribuida a la tozudez del criollo, la discriminación racial y la prostitución, abordadas con cierto idealismo donde la mujer se enriquece con el oficio del cual se siente muy orgullosa o se rehabilita por la mediación de un sacerdote quien termina casándose con ella y viviendo también en el campamento petrolero de Quiriquire. Vale destacar que el retrato presentado en Las generaciones del Zumaque muestra el impacto social de la cultura petrolera: los bailes de la época, fox trot, boggie woogie, el consumo de whisky, la contratación del steel band de Trinidad y Tobago que ame-nizó las fiestas con calypsos. El lenguaje cobra protagonismo con la incorporación oportuna del slang de los norteamericanos y el uso de refranes populares criollos que agilizan las casi quinientas páginas que rinden homenaje a cada una de las etapas de la industria petrolera de Venezuela.47 Referencias bibliográficasBendahan, Daniel. (1991). Las generaciones del Zumaque. Caracas: AJIP Editores.Campos, Miguel Ángel. (1994). Las novedades del petróleo. Caracas: Fondo Editorial Fundarte.Carrera, Gustavo Luis. (1972). La novela del petróleo en Venezuela. Caracas: Consejo Municipal del Distrito Federal.Centro de Estudios Literarios, Universidad Central de Venezuela. (1963). Bibliografía de la Novela Venezolana. Caracas: Imprenta Universitaria.Cowie, Ángela. (1985). Ramón Díaz Sánchez The Novelist. A Critical Examination Of  His Four Major Novels. Tesis de Maestría inédita.Díaz Sánchez, Ramón. (1983). Mene. Caracas-Madrid: Editorial Mediterráneo.Otero Silva, Miguel. (1980). Casas muertas. Barcelona: Editorial Seix Barral.Otero Silva, Miguel. (1961). Oficina No.1. Buenos Aires: Editorial Losada.Rangel, Domingo Alberto. (1975). Gómez, el amo del poder. Valencia: Vadell Hermanos. NOTASVer Domingo Alberto Rangel, Gómez, El amo del Poder, capítulo XIII, pp. 209-222 para un informe sobre el Zumaque Nro. 1.Para mayor ampliación del tema ver Gustavo Luis Carrera, La novela del petróleo en Venezuela, y Miguel Ángel Campos, Las novedades del petróleo

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