La neumonía nosocomial es la segunda causa de infección hospitalaria con una incidencia del 15% (1) y la primera causa de mortalidad (20% a 70%), cifras que no han cambiado a pesar de la introducción de potentes antimicrobianos, modalidades de soporte complejas y medidas preventivas. Tienen mayor mortalidad cuando se asocia a ventilación mecánica, bacteremia, y cuando el agente etiológico es Pseudomona aeruginosa. La neumonía nosocomial es de difícil diagnóstico; este se basa en criterios clínicos, en combinación con evidencia radiológica de infiltrados pulmonares nuevos o empeoramiento de los preexistentes, gram de esputo sugestivo, cultivo de esputo y aspirado transtraqueal. Los especimenes así aislados son sensibles para patógenos bacterianos pero poco específicos, especialmente en ventilación mecánica; los hemocultivos y cultivos de liquido pleural tienen poca sensibilidad. Existen recomendaciones para estandarizar los métodos de diagnóstico en neumonía asociada a ventilador, e incluyen técnicas broncoscópicas con cultivo cuantitativo y lavado broncoalveolar, estas son invasivas y pueden causar complicaciones como hipoxemia, sangrado o arritmias. Se han desarrollado técnicas no broncoscopicas con cateterización ciega de la vía aérea distal como el lavado broncoalveolar protegido, cepillado con catéter protegido, cultivo cuantitativo de aspirado endotraqueal. El tratamiento con monoterapìa es adecuado. Se requiere terapia combinada cuando el germen es agresivo o hay sospecha de resistencia. Si no se logra mejoría en 72 horas o hay deterioro rápido, es indispensable reevaluar y realizar pruebas diagnósticas más agresivas, así como considerer la posibilidad de enfermedad no infecciosa. La prevención es efectiva para evitar neumonía nosocomial