Abstract

La biodiversidad agrícola, a diferencia de la silvestre, requiere la acción continuada de los agricultores para su conservación, ya que las plantas cultivadas dependen de la intervención humana, con actividades como la selección, la siembra, el abonado, la poda u otras prácticas agrícolas para su supervivencia. Desde la revolución agrícola del Neolítico hasta la actualidad, estas prácticas y conocimientos han ido generando y conservando una gran diversidad, amenazada a partir de la segunda mitad del siglo XX por las causas que se han indicado anteriormente.Peer reviewe

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