El Alfabeto italiano castellano es, por así decirlo, una costilla de Los tres alfabetos Frances, Latino é Italiano con las voces de ciencias y artes que le corresponden en la lengua castellana, volumen publicado póstumo en Madrid en 1793 que a su vez forma parte del Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana (Madrid, t. I, 1786, t. II, 1787, t. III, 1788). El Alfabeto italiano castellano contiene unas 35.000 entradas y 1.800 subentradas y se define como monodireccional pasivo, ya que los lemas se ofrecen tan solo en italiano, con su traducción al español (y no viceversa). Esta edición crítica del Alfabeto, junto con el estudio crítico y las notas al texto del prof. San Vicente, restituye una imagen completa de la compleja labor de su(s) autor(es) y un texto depurado de errores, erratas y de grandes y pequeñas imperfecciones que los impresores antiguos solían introducir (detalles quizás irrelevantes desde su perspectiva), cuya fruición va más allá de la consulta meramente filológica. En su conjunto constituye sin duda una demostración del alto nivel alcanzado por la lexicografía bilingüe italo-española y un modelo para otros trabajos de edición de obras lexicográficas de cualquier época

Daniela Capra

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Recensione dell'edizione.Reseña de la edición

Capra, Daniela

DIALNET

Esteban de Terreros y Pando, Alfabeto italiano castellano. Estudio y edición crítica de Félix San Vicente. Prefazione de C. Marazzini, Presidente de la Accademia della Crusca, Cleup, Collana EPIGRAMA, 2021

El Alfabeto italiano castellano es, por así decirlo, una costilla de Los tres alfabetos Frances, Latino é Italiano con las voces de ciencias y artes que le corresponden en la lengua castellana, volumen publicado póstumo en Madrid en 1793 que a su vez forma parte del Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana (Madrid, t. I, 1786, t. II, 1787, t. III, 1788). El Alfabeto italiano castellano contiene unas 35.000 entradas y 1.800 subentradas y se define como monodireccional pasivo, ya que los lemas se ofrecen tan solo en italiano, con su traducción al español (y no viceversa). Esta edición crítica del Alfabeto, junto con el estudio crítico y las notas al texto del prof. San Vicente, restituye una imagen completa de la compleja labor de su(s) autor(es) y un texto depurado de errores, erratas y de grandes y pequeñas imperfecciones que los impresores antiguos solían introducir (detalles quizás irrelevantes desde su perspectiva), cuya fruición va más allá de la consulta meramente filológica. En su conjunto constituye sin duda una demostración del alto nivel alcanzado por la lexicografía bilingüe italo-española y un modelo para otros trabajos de edición de obras lexicográficas de cualquier época

Archivio istituzionale della ricerca - Università di Modena e Reggio Emilia

   Daniela CAPRA, “Esteban de Terreros y Pando, Alfabeto italiano castellano. Estudio y edición crítica de Félix San Vicente. Prefazione de C. Marazzini, Presidente de la Accademia della Crusca, Padua, Cleup, Collana EPIGRAMA, 2021”, Artifara 22.1 (2022) Marginalia, pp. xi-xiv. Recibido el 10/07/2022 · Aceptado el 26/07/2022 Esteban de Terreros y Pando, Alfabeto italiano castellano. Estudio y edición crítica de Félix San Vicente. Prefazione de C. Marazzini, Presidente de la Accademia della Crusca, Padua, Cleup (Collana EPIGRAMA) 2021  DANIELA CAPRA Università di Modena e Reggio Emilia     Si quisiéramos remontarnos a los albores de las obras lexicográficas que incluyen el par de lenguas español e italiano deberíamos volver a los repertorios multilingües que tanta fortuna tuvieron durante los siglos XVI y XVII, cuando las necesidades comerciales y comunicativas de esas poblaciones de Eu-ropa que ya habían descubierto la anchura y variedad del mundo más allá de las fronteras políticas y lingüísticas de su tierra hicieron necesaria la existencia de semejantes obras, periódicamente enriquecidas con nuevas lenguas. Es evidente que el concepto de obra lexicográfica tiene en ellas un valor distinto del actual. Desde la aparición de los nombres de animales en diferentes idiomas en la obra de historia natural conocida como Historia animalium (Zurich, 1551-1597) de Conrad Gesner, hasta el Nomenclatur omniam rerum propria nomina variis linguis explicata (Parisia, 1577), desde Libro el quale si chiama introito e porta (1526, para la edición con la presencia de español e italiano), hasta los Colloquia et Dictionariolum atribuido a Noël de Belaimont (que en la edición de 1598 considera ocho lenguas), por no decir del famoso ‘Calepino’ —que a partir del monolingüismo latino llegaría a tener seis lenguas más—, son muchas y variadas las obras que se proponen como repertorios léxicos multilingües, uno de cuyos rasgos principales es la superposición de autores (por lo general anónimos) a medida que la obra era integrada con otros idiomas. Frente a esta producción, la labor del ilustrado jesuita Esteban de Terreros y Pando (Trucíos, 1707 - Forlì, 1782) presenta unas destacadas características de modernidad, que el editor de la obra aquí reseñada, el catedrático de Lengua española Félix San Vicente, subraya en su amplia y exhaustiva “Introducción”. El Alfabeto italiano castellano es, por así decirlo, una costilla de Los tres alfabetos Frances, Latino é Italiano con las voces de ciencias y artes que le corresponden en la lengua castellana, volumen publicado póstumo en Madrid en 1793 que a su vez forma parte del Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en  22.1 0 2022 D. CAPRA   xii DOI: http://dx.doi.org/10.13135/1594-378X/6883 Artifara, ISSN: 1594-378X las tres lenguas francesa, latina e italiana (Madrid, t. I, 1786, t. II, 1787, t. III, 1788). Terreros, explica San Vicente, había trabajado en el diccionario durante más de veinte años, con la intención de realizar un repertorio “completo o universal (en los dos sentidos de omnicomprensivo y utilizable por los foráneos)” (p. 17); la elección de añadir al castellano los tres idiomas mencionados se debió a la percepción de universalidad que con estos alcanzaría el diccionario, ya que —como afirma el autor del “Prólogo” del Diccionario— “tales me parecieron, añadidos al nuestro, el Francés, el Latín y el Italiano, idiomas con que se puede hoi ciertamente dar la vuelta al universo” (VI). En palabras de San Vicente, “fue el mejor diccionario no académico de la época con la doble condición de diccionario de la lengua común y de especialidad” (p. 15). El punto de partida del proyecto de Esteban de Terreros y Pando —y por consiguiente la sección principal— es por tanto la lengua española. La labor científica (y la vida misma) de Terreros se desarrolló entre España e Italia, ya que el vizcaíno fue desterrado a este país por la Pragmática Sanción de 1767 de Carlos III, que afectó a los jesuitas; en Forlí pasó el resto de su vida, quince años, en los cuales siguió estudiando y trabajando en la composición de sus obras. En España había estudiado teología, filosofía, lenguas clásicas y retórica y se había dedicado a profundizar en diferentes áreas del saber, como son las matemáticas, la filosofía “natural” (como se denominaban las ciencias naturales), la paleografía —intereses que dieron lugar a varias publicaciones en sus respectivos ámbitos— y además la lexicología. En Italia escribió y publicó unas Reglas a cerca de la Lengua Toscana (Forlì, 1771), cuyo propósito era guiar a los hispanohablantes en el aprendizaje de la lengua italiana. Sin embargo, su obra hoy más conocida sigue siendo el cuatrilingüe Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana, una summa de sus múltiples competencias, que el autor no pudo llegar a ver publicada. Como pone de relieve Félix San Vicente en su ya aludida “Introducción” a la edición del Alfabeto italiano castellano, mientras que los primeros tres tomos se pueden atribuir enteramente a la autoría de Terreros, el cuarto vió la luz gracias a los desvelos de Miguel de Manuel y Rodríguez, quien también se ocupó de redactar la “Advertencia” a este volumen y, con Francisco Meseguer y Arrufat, había trabajado para llevar a la imprenta los tres tomos del Diccionario castellano. Los mismos editores admiten no haber encontrado más que una parte del Alfabeto, aunque no dudan de que el jesuita haya completado su proyecto. La pauta, en todo caso, estaba trazada. El punto de partida, o sea el lemario que constituye la macroestructura del Alfabeto, es el Diccionario castellano mismo, aunque las tres secciones bilingües admiten en la macroestructura, contrariamente al monolingüe, adverbios en –mente, y aumentativos, superlativos y diminutivos, ya que su consulta pretende resolver dudas sobre todo de naturaleza lingüística y traductológica y no conceptual, para las cuales en cambio hay que dirigirse a la parte “principal” de la obra, o sea el Diccionario castellano. Para la redacción de este último, el autor consultó diferentes obras lexicográficas y científicas, en particular el tratado de historia natural Espectáculo de la naturaleza de Noël Antoine, abad de Pluche (traducido del francés por Terreros mismo y publicado en 1753-55) y el Diccionario de Autoridades, pero también se valió de muchas otras fuentes, desde obras literarias antiguas y modernas hasta textos científicos contemporáneos (no hay que olvidar que aquel fue un periodo de intensa renovación científica), sin descartar indagaciones “de campo”, visitando talleres y lugares, como aclara San Vicente, que da cuenta de una amplia bibliografía crítica sobre este aspecto de la obra. En cuanto a la lengua italiana, el mismo Terreros y Pando señaló su consulta del vocabulario de la Academia de la Crusca y de los de Annibale Antonini, Lorenzo Franciosini y Cristóbal de las Casas; San Vicente, por su parte, ahonda en las relaciones de la obra que edita con sus fuentes italianas y descubre en términos cuantitativos y cualitativos el aporte de  E.TERREROS Y PANDO, ALFABETO ITALIANO CASTELLANO, ESTUDIO Y EDICIÓN CRÍTICA DE F. SAN VICENTE  22.1 0 2022   DOI: http://dx.doi.org/10.13135/1594-378X/6883    xiii Artifara, ISSN: 1594-378X cada una de ellas al Alfabeto italiano, averiguando por ejemplo que el jesuita (o el preparador de la edición, Miguel de Manuel y Rodríguez, como hemos comentado arriba) manejó la cuarta edición del Vocabolario de la Crusca (1729-38) y que más del noventa por ciento de las voces de su Alfabeto aparecen allí, pero también subraya que unas mil doscientas voces que no están en Crusca ni en Franciosini se hallan en el repertorio de Antonini (1764): se trata en particular de neologismos y de la misma palabra “neologo”, introducida a partir del francés. En las pp. 20-21 de la “Introducción” San Vicente muestra en unas tablas el cotejo de unos ejemplos de transvase informativo, extraídos de las mencionadas obras y a continuación ofrece un catálogo de neologismos presentes en el Alfabeto, con la indicación de la obra o las obras lexicográficas donde algunos de estos habían aparecido previamente. Esta fuerte presencia de términos especializados en el Alfabeto es un hecho muy relevante, ya que muestra cómo también la pareja de lenguas español-italiano ha transmitido neologismos; hasta ahora la atención a este aspecto, con pocas excepciones, se ha desarrollado en relación con la lengua francesa, en la tradición del antiguo debate dieciochesco que hacía a menudo sinónimos neologismo y galicis-mo. El Alfabeto italiano castellano contiene así unas 35.000 entradas y 1.800 subentradas y se define como monodireccional pasivo, ya que los lemas se ofrecen tan solo en italiano, con su traducción al español (y no viceversa). Como precisa el profesor San Vicente —editor del volumen publicado en la serie Epigrama de la editorial paduana Cleup— este título consiste en una extrapolación del título original del volumen (Los tres alfabetos Frances, Latino é Italiano con las voces de ciencias y artes que le corresponden en la lengua castellana), que consta de tres secciones, o “libros”, en las cuales los lemas de cada una de las tres lenguas mencionadas se traducen al castellano, empezando por la italiana, a pesar de lo que parece sugerir el título original completo. El español, de lengua de partida y fuente del lemario que constituye la macroestructura, se convierte así en la lengua de llegada, ya que al autor le interesaba ofrecer un repertorio utilizable en combinación con el Diccionario castellano, en el que había invertido largos años de intenso trabajo. El orden alfabético es el del italiano, lo cual es importante para el usuario, pero el metalenguaje emplea la lengua española. Se añaden a veces sinónimos del lema que se traduce; se halla una explicación o una definición si falta la equivalencia traductora, aunque en algunos casos hay expansiones enciclopédicas. San Vicente hace también constar que el modo de marcación no es regular y se realiza sin abreviaturas; en su atento estudio de la microestructura del repertorio bilingüe, el estudioso se centra en nu-merosos aspectos que el lector podrá aprehender junto con unos ejemplos que ilustran las diferentes situaciones. El texto del Alfabeto editado por San Vicente está precedido por la edición de una “Advertencia” y unas “Memorias para la vida y escritos del P. Estevan de Terreros”, proba-blemente redactados por el mismo preparador de la parte lexicográfica, el bibliotecario Manuel y Rodríguez. El texto del Alfabeto se presenta en dos columnas en cada página, con el lema italiano en cursiva y la traducción en redonda. El editor aclara en su “Introducción” que ha respetado la ortografía y la puntuación del original, pero al mismo tiempo ha intervenido para uniformar “las cuestiones tipográficas, en particular al restablecer el orden alfabético, la presencia o ausencia de sangrados y la colocación de la fraseología” (p. 48); los sangrados, en efecto, se usan para las entradas fraseológicas que dependen del lema alfabéticamente ordenado. El profesor San Vicente corrige las numerosas irregularidades del impreso de 1793, coloca la fraseología en el lugar que le corresponde y completa el sistema de reenvíos internos a otros lemas: toda una labor que mejora notablemente la fruición del diccionario y hace posible su uso como auténtico instrumento de consulta. Las notas a pie de página de la edición, más de mil, ofrecen renvíos al mismo Alfabeto, al Diccionario castellano o a los demás repertorios consultados por Terreros, o comentan y brindan detalles acerca de las voces en cuestión.  22.1 0 2022 D. CAPRA   xiv DOI: http://dx.doi.org/10.13135/1594-378X/6883 Artifara, ISSN: 1594-378X Esta edición crítica del Alfabeto, junto con el estudio crítico y las notas al texto, restituye una imagen completa de la compleja labor de su(s) autor(es) y un texto depurado de errores, erratas y de grandes y pequeñas imperfecciones que los impresores antiguos solían introducir (detalles quizás irrelevantes desde su perspectiva), cuya fruición va más allá de la consulta meramente filológica. En su conjunto constituye sin duda una demostración del alto nivel alcanzado por la lexicografía bilingüe italo-española y un modelo para otros trabajos de edición de obras lexicográficas de cualquier época.    

Esteban de Terreros y Pando, Alfabeto italiano castellano. Estudio y edición crítica de Félix San Vicente. Prefazione de C. Marazzini, Presidente de la Accademia della Crusca, Padua, Cleup (Collana EPIGRAMA) 2021

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Esteban de Terreros y Pando, Alfabeto italiano castellano. Estudio y edición crítica de Félix San Vicente. Prefazione de C. Marazzini, Presidente de la Accademia della Crusca, Padua, Cleup (Collana EPIGRAMA) 2021

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