Los cien años transcurridos entre 1650 y 1750 estuvieron durante décadas presos
de una historiografía médica española que, o bien se resentía aún del influjo de los
planteamientos de Gregorio Marañón, que situaba los orígenes de tal movimiento en la
obra del padre Feijoo, o bien establecía un corte tajante en el año de 1700, coincidiendo
con el cambio de dinastía.2 El cambio de siglo -con el fetichismo del guarismo 1700- y
la coincidencia con la llegada de los Borbones, una dinastía extranjera encarnada en la
figura del joven rey, nieto de Luis XIV de Francia, Felipe de Anjou, abonarían la idea de
una nueva etapa de renovación y europeización, consistente en esencia en el afrancesamiento
de las élites intelectuales, que supondría el inicio de una apertura hacia las
luces, más o menos lograda en la segunda mitad del siglo XVIII.Peer reviewe