Reseña de la obra teatral Cuando fui puta, de Mario Carnegli

Bergese, Carolina

Spanish

Revistas - Facultad de Humanidades UNMDP (Universidad Nacional de Mar del Plata)

Reseñas/CeLeHis Año 8, número 23, diciembre – marzo 2021  ISSN 2362-5031   118    Cuando fui puta. Una profesión de riesgo Libro y dirección: Mario Carneglia. Actuaciones: Alexia Buide, Mariana Cammi, Laura Gómez Ríos, Alita Nuñez, Mónica Avalos, Mario Carneglia. Asistencia de dirección: Romina Pereyro. Coreografías: Elizabeth Delfabro. Fotografía: Miriam Esquivel Hublich. Diseño gráfico: Lucia Cardoso. Próximas funciones: jueves de enero y febrero de 2022 a las 23:00 hs. en el Centro Cultural El Séptimo Fuego, Bolívar 3675, Mar del Plata, Argentina.      PALABRAS CLAVE: PROSTITUCIÓN – FEMINISMOS – TRATA DE PERSONAS KEYWORDS: PROSTITUTION – FEMINISMS – HUMAN TRAFFICKING    Cuando fui puta o cómo representar lo silenciado    Ma. Carolina Bergese1   Cuando fui puta. Una profesión de riesgo es una obra teatral escrita y dirigida por el dramaturgo Mario Carneglia, estrenada en diciembre del año 2020 en el teatro Colón de la ciudad de Mar del Plata, en el contexto de la pandemia mundial por el virus COVID-19, y luego representada durante 2021 en El Centro Cultural El Séptimo Fuego.                                                                        1 Profesora y Licenciada en Letras por la UNMDP. Ayudante graduada regular en la cátedra Literatura y Cultura Latinoamericanas I. Mail de contacto: bergesecarolina@gmail.com                                                                                                                              Ma. Carolina Bergese  120 El título puede ser provocador en un principio y quizás algún espectador inadvertido entre a la sala pensando que la obra tratará sobre un personaje que cuenta su experiencia como prostituta, pero lejos de esto, la historia denuncia y pone en escena la cruel vida de diferentes mujeres atravesadas por la violencia patriarcal. A su vez este llamativo título lleva a preguntarnos: quién pronuncia el enunciado, quién habla en la obra, qué testimonio quiere ofrecer. Sin embargo, es otro el interrogante que resuena desde el comienzo. Luego de verla nos problematizamos acerca de cómo representar aquello que está en sombras, lo que todos saben, pero pocos cuestionan. Esta pieza teatral busca visibilizar el problema de la trata sexual de mujeres de una forma particular, contando varias historias que se cruzan y entrelazan. Con un cuidado equilibrio, la obra pasa de lo cómico a lo trágico, de lo grotesco a lo sentimental, de la hostilidad a la complicidad. Cuando fui puta comienza con una clara advertencia: los hechos puestos en escena se basan en historias reales, “algunos nombres fueron cambiados y otros, no”, dicen dos de las protagonistas, mientras suena de fondo la canción “Corazón delator”, de Soda Stereo y le vendan los ojos a la actriz principal. No es un dato menor que la historia se sitúe en Mar del Plata, en el contexto de los crímenes que la prensa denominó del “Loco de la ruta”, allá por fines de los años 90, ya que posiciona a los hechos en el mismo lugar de enunciación de la puesta, interpelando más de cerca a los espectadores presentes. Pero no es la única referencia directa al contexto de la época, porque uno de los personajes centrales se llama “Marita”, nombre que nos conduce directamente a la historia de Marita Verón y a la incansable lucha de su madre, Susana Trimarco, para encontrarla, hasta transformarse ella misma en emblema de esta brutal situación.                                                                                    Cuando fui puta o cómo representar lo silenciado  121  Fotografía: Lucila Dovao Medín  Las historias se entretejen cuidadosamente por medio de un sutil juego de luces, que ayudan a marcar con claridad los cambios de espacio y de tiempo. La escenografía está compuesta por dos juegos de sillas y un cubo negro en el centro. Cada uno de estos objetos se transforman en unidades espacio-temporales, en los que las historias se solapan y se cruzan. Como si fuesen dos líneas en apariencia paralelas, asistimos, por un lado, a la llegada de Marita al prostíbulo del Pastor, junto a dos mujeres más. Por otro lado, observamos a otra mujer que lentamente se viste con los atuendos propios de una prostituta y cuenta cómo se encontrará con el Pastor, ya viejo y en decadencia, para desenmascararlo.  Los diferentes tiempos permiten que la obra sea dinámica y que el espectador deba reconstruir los hechos, por medio de los fragmentos, las voces y los recuerdos de los personajes. Vale destacar que el pasado y el presente tienen en común la figura del proxeneta, el único hombre en escena, que funciona como el nexo que aglutina, separa y violenta.  La historia comienza colocando el foco de atención en dos personajes: el Pastor y la Chueca, una pareja que problematiza el vínculo amo/esclava, por medio de la exageración y el grotesco. Resulta muy interesante la figura ambivalente de la Chueca, que se presenta al inicio como una aliada del Pastor, pero que, en el devenir de la obra, el espectador logra reconstruir su vida a través de otras voces y reconocer en ella a otra víctima más del sistema. Este personaje, a su vez, se transforma en un engranaje que hace saltar la maquinaria, en tanto intenta ayudar a                                                                                                                            Ma. Carolina Bergese  122 Marita y a su hija nacida en cautiverio. Pero, al mismo tiempo, es el símbolo de la mujer resignada, que no puede escapar ni salir de ese mundo, carcomida por la culpa. El otro dúo de personajes centrales está constituido por las dos prostitutas que también son trasladadas, junto con Marita, del prostíbulo del Polaco al del Pastor. Ellas representan la naturalización de la esclavitud, es decir, las que ya normalizaron la situación de violencia y de cosificación a la que están expuestas. Por esta razón, saben los códigos, conocen las entrañas del monstruo y son capaces de develarle a la ingenua Marita el lugar en el que entró a la fuerza. Asimismo, sus historias secundarias muestran las otras aristas del trabajo sexual: las adicciones, la violencia sexual, las enfermedades, la falta de libertad, el miedo, la cosificación.2 Como afirma Rita Segato, “El ataque sexual y la explotación sexual de las mujeres son hoy actos de rapiña y consumición del cuerpo que constituyen el lenguaje más preciso con que la cosificación de la vida se expresa” (2018: 11). De esta manera, la mujer es empujada al papel de objeto, desechable, violentada, vendida, en una sociedad que acepta con su silencio esta realidad.                                                                                        2 En este punto es importante advertir que el tema de la prostitución es un eje central en las discusiones feministas actuales y que hay diferentes posturas sobre ella, que pueden resumirse en cinco: la abolicionista, la prohibicionista, la reglamentaria, la legalista y la línea que apoya la regulación para llegar a la abolición. Se recomienda la lectura del libro de Nuria Varela, Feminismo para principiantes, para comenzar a introducirse en estas reflexiones y el libro de Lydia Cacho, Esclavas del poder. Un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo, para seguir ahondando en estas cuestiones, por medio de una crónica cuidada y profunda.                                                                                   Cuando fui puta o cómo representar lo silenciado  123                Fotografía: Mario Carneglia  Cada elemento puesto en escena manifiesta los juegos de violencia y arrasamiento contra el cuerpo de la mujer. Las uvas o las frutillas, presentes desde el inicio, son un leitmotiv que funciona en tanto símbolos del deseo, la fertilidad y la sensualidad pero, además, se transforman en objetos que contribuyen a mostrar el avasallamiento contra la voluntad, por ejemplo, al hacer que una de las mujeres capturadas las coma obligadamente. Por otro lado, las escenas donde los personajes se visten o desvisten, tapan o destapan, configuran momentos centrales, en los que se pone en juego las tensiones del poder, las complicidades, pero también representan los momentos en que se tejen redes de ayuda entre las mujeres involucradas. Los movimientos lentos con que las dos prostitutas sacan cada una de las prendas de Marita y las preparan para la escena final nos recuerdan los cuidados amorosos y sororos. En este punto cúlmine, la imagen de Marita se configura como un cuerpo sin voluntad, herido, sin reacción y que no puede torcer su destino.  La obra es sobre todo un tratado sobre los daños y torturas que producen la trata sexual sobre las mujeres y las complicidades masculinas durante las etapas del macabro negocio, desde la “captación” o rapto en la calle, el “ablandamiento” al que las someten al llegar al prostíbulo para que se amansen y soporten las vejaciones, hasta la “distribución”, como si fuesen cargas, hacia los diferentes cabarets. Violarlas, encerrarlas, trasladarlas, golpearlas, sacarlas del mundo,                                                                                                                            Ma. Carolina Bergese  124 desaparecerlas, olvidarlas son las expresiones de lo que Rita Segato llamó pedagogía de la crueldad, es decir, “todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas. En ese sentido, esta pedagogía enseña algo que va mucho más allá del matar, enseña a matar de una muerte desritualizada, de una muerte que deja apenas residuos en el lugar del difunto” (2018: 11). En este sentido, la trata y la explotación sexual se presentan como el exponente más cabal. En esta línea, cobra fuerza la consigna “Sin clientes no hay trata”, que pone en primer plano que la prostitución es un lugar en el que los hombres aprovechan su hegemonía en el mundo y en el que es aceptada la sexualidad, aunque sea con violencia y en situación de esclavitud. Tal como afirma Peter Szil, “El proceso de socialización de los hombres está construido sobre la certeza de que su sexo les otorga derecho a disponer de su entorno, del espacio y del tiempo de otros y, en primer lugar, otras” (2004: 9). En síntesis, Cuando fui puta articula varias historias de mujeres expuestas a la brutalidad patriarcal y denuncia en sus escenas, con humor y crueldad, una realidad que solo sale a la luz en contadas ocasiones. Esto no es casual, ya que hablar de prostitución implica cuestionar las relaciones de poder, el mercado, el dinero, la sexualidad, los tabúes, la connivencia policial, el machismo, la violencia, la religión y las desigualdades económicas. Resulta interesante, finalmente, que la protagonista, Marita, es aquella que no puede contar su historia, porque salió del mundo de los vivos, se le quitó la posibilidad de hablar y solo nos queda su baile y su cuerpo roto en el centro de la escena oscureciéndose.    Referencias bibliográficas  Cacho, Lydia (2010). Esclavas del poder. Un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo. Mexico: Grijalbo. Segato, Rita (2018). Contra-pedagogías de la crueldad. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo Libros. Szil, Peter (2004). “Los hombres, la pornografía y la prostitución”. Conferencia pronunciada el 15 de octubre de 2004, en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes. Disponible en: http://szil.info/es/system/files/document/101-hombres-pornografia-prostitucion.pdf [3 de diciembre de 2021] Varela, Nuria (2019). Feminismo para principiantes. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: B de Books. 

Cuando fui puta o cómo representar lo silenciado

https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/rescelehis/article/download/5708/5894

Cuando fui puta o cómo representar lo silenciado

Abstract

Similar works

Full text

Available Versions

Revistas - Facultad de Humanidades UNMDP (Universidad Nacional de Mar del Plata)