En tiempos en los que la economía ha permeado todos los aspectos de la vida; en los que la histerización de la política hace que seamos cada vez más violentos, cerrados al diálogo y menos civilizados; en los que la competencia y la competitividad son los parámetros para medir el desempeño de las personas, es necesario dar un giro y pasar a una actitud de cooperación porque la competencia no trae lo mejor de nosotros mismos, sino lo peor. Sólo la cooperación genera confianza, y debe ser una tarea fundamental para instituciones como el ITESO y para las universidades en general. La“economistificación”, concepto propuesto por el filósofo Jean-Pierre Dupuy, señala que la lógica política ha sido remplazada por una lógica económica, lo que trae tres consecuencias principales: la economistificación no da cuenta de la capacidad que tenemos para hacer el mal, porque la técnica rebasó toda nuestra capacidad moral; da pie a la comercialización de la competencia, y medimos el desempeño en términos de competitividad; ocasiona la proliferación de la falta de civilidad en la sociedad, y la solución de conflictos es cada vez más violenta. Para responder a la pregunta de cómo salir de la economistificación conviene recordar las tres pasiones propuestas por Hobbes, la competencia, la desconfianza y la vanidad, y cambiarlas por tres pasiones positivas: la cooperación, la confianza y la benevolencia