Fil: Moreno de Di Marco, María del Rosario. 
    Universidad Nacional de Cuyo. Facultad de Odontologí

Moreno de Di Marco, María del Rosario

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Repositorio OAI Biblioteca Digital Universidad Nacional de Cuyo

33FACULTAD DE ODONTOLOGÍA. Universidad Nacional de Cuyo. 2021. Volumen 15. Nº 2 xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEscriben nuestros maestros He vivido, lo confiesoAUTORADRA.MARÍA DEL ROSARIO MORENO DE DI MARCO (Chiringa)Así, como lo expresó el gran poeta y escritor chileno Pablo Neruda, yo también quiero confesarles algunos de los mu-chos aspectos valiosos que transcurrieron en mi vida profe-sional.Fue durante la década de los años 70 cuando en Mendoza se comenzaba a sembrar algunas semillas. Se trataba de un proyecto lleno de ilusión y amor hacia la odontología que concluyó con la creación de la actual Facultad de Odontolo-gía de la Universidad Nacional de Cuyo.¿Cómo comenzó esta maravillosa gesta? Fue a principios de esa década cuando colegas con más trayectoria que la mía se comunicaron telefónicamente conmigo.En aquellas llamadas me anunciaban que se estaba formando el plantel de los profesores de la Escuela de Odontología y que dependería de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo.Para mi gran sorpresa y orgullo, además de informarme, me invitaban a formar parte del plantel docente al considerar-me una profesional con gran formación en odontopediatría y pensaban que también tenía cualidades para la docencia.Recuerdo que en el plan de estudios se destinaron dos años a la enseñanza de la odontopediatría. Me ofrecieron impartir clases en el primer año, o sea en el cuarto año de la carrera. Mis compañeros fueron:  Dr. Prigione, (titular), Dra. Mercedes Báez, (Adjunto) Dra. Berta Carson, Dra. Susana Otroposky, y la Dra. Elena Vuoto.Fueron años difíciles para los profesores y alumnos de esta escuela. La docencia nos enfrentaba a un escenario diferente y al mismo tiempo fascinante. Por citar algunos ejemplos:34FACULTAD DE ODONTOLOGÍA. Universidad Nacional de Cuyo. 2021. Volumen 15. Nº 2He vivido, lo confiesoDra. María del Rosario Moreno de Di MarcoLos profesores abandonamos nuestro rol al lado del sillón dental y nos sumergimos en la labor de enseñar a un alumno en prácticas que se enfrentaba a un niño desconocido. Él también nos desconocía a nosotros. Los jóvenes alumnos que estaban a las puertas de ser profe-sionales, se enfrentaban a mis exigencias de contenidos pro-fesionales y también a considerar aspectos prácticos como mejorar la posición del operador frente al sillón y la coloca-ción del taburete para proteger la posición de sus columnas vertebrales durante el tiempo de trabajo.Acuden a mi memoria anécdotas como la que en estos años los alumnos buscaban pacientes para sus prácticas en los ba-rrios carenciados, y con gran cariño les premiaban con un sándwich y un jugo de frutas en el bar de la Escuela. Me dicen que ahora los pacientes de las prácticas son niños que se desplazan a la facultad para inscribirse en un listado …Los años fueron pasando y en el año 1985 el gobierno Na-cional decretó que la escuela de Odontología se convertía en Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Cuyo, y llamaba a concurso a todos los docentes de la escuela.Como era de esperar, ante este avance académico, los pro-fesores comenzamos una importante labor de capacitación para afrontar la docencia universitaria con más formación y así poder desempeñar aún mejor nuestra tarea de enseñar.Por este motivo, me puse a estudiar en la Universidad Cató-lica donde obtuve una importante capacitación que me per-mitió prepararme y presentarme en el concurso para cubrir el cargo que finalmente conseguí, profesora titular de Odon-topediatría I.En mis clases tuve el privilegio de tener alumnos que pro-cedían de diferentes lugares de la provincia, del país, como también del extranjero, recuerdo especialmente a los cana-rios (España) que deseaban formarse como odontólogos sin ser médicos.Les confieso que la docencia me brindó momentos maravillo-sos que enriquecieron mi vida y por supuesto, que llevo en mi memoria y en mi corazón toda mi gratitud a los profesores/compañeros que me dieron su apoyo para que transitara por muchos años por las aulas de la Facultad donde siempre en-contré conocimiento, ciencia y amor. Escriben nuestros maestros

He vivido, lo confieso

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