Cano Paños, Miguel Ángel

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Portal de revistas de la Universidad de Granada

ISSN: 2340-6046 1    El atentado de Boston. ¿Un cambio de paradigma en el contexto del terrorismo yihadista global? Prof. Dr. Miguel Ángel Cano Paños. LL.M. (Münster). Investigador Ramón y Cajal (Profesor Titular Acreditado). Universidad de Granada (España)  Los atentados terroristas cometidos por Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos de América cambiaron no sólo el curso de la historia, sino al mismo tiempo la percepción del fenómeno terrorista por parte de la población mundial, pasando éste de ser un acontecimiento regional a convertirse en una amenaza global, desatando al mismo tiempo una profunda sensación de inseguridad a nivel planetario, un miedo generalizado y una confusión sobre la forma de afrontar una amenaza cuantitativa y cualitativamente distinta a la procedente del terrorismo tradicional.  Ataques posteriores como los llevados a cabo en las islas de Djerba o Bali (2002), Madrid (2004) o Londres (2005) han tenido sin duda un efecto simbólico inferior a la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York. Con todo, el mensaje que ha transmitido este «nuevo» terrorismo ha sido claro: La amenaza proviene actualmente de individuos anónimos que son capaces de aparecer y actuar en cualquier parte del mundo, ocasionando la muerte indiscriminada de cientos de víctimas, incluyendo en no pocas ocasiones la suya propia.  La actual amenaza procedente del terrorismo de base yihadista se caracteriza por ser un fenómeno desindividualizado y desregionalizado. Al contrario de lo que sucedía con las tradicionales organizaciones terroristas, los actores vinculados al yihadismo militante se caracterizan por presentar una considerable heterogeneidad en lo relativo a los perfiles personales. Efectivamente, si se analizan los incidentes terroristas (ya sean complots desarticulados, atentados fallidos u operaciones exitosas) acaecidos en Europa Occidental desde el año 2001, puede observarse cómo el terrorismo trasnacional de inspiración yihadista aglutina bajo una comunidad de «soldados universales de Allah» a un número considerable y heterogéneo de sujetos anónimos, con un distinto trasfondo nacional, étnico, cultural, social o lingüístico, lo cual dificulta enormemente el trabajo de las agencias estatales de seguridad a la hora de hacer frente al fenómeno en cuestión. Así, junto a individuos que se trasladan expresamente a un determinado país occidental para llevar a cabo un ataque terrorista, se encuentran jóvenes en la veintena pertenecientes a la Segunda y Tercera generación de inmigrantes musulmanes, sujetos asentados en países occidentales que desarrollan profesiones cualificadas en ámbitos como el sanitario o la enseñanza, incluso EL CRIMINALISTA DIGITAL. PAPELES DE CRIMINOLOGÍA - 1/2013   ISSN: 2340-6046 Director: José María Suárez López    Fecha de publicación: julio, 2013  Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología  Sección de la Universidad de Granada ISSN: 2340-6046 2 individuos procedentes de Occidente, pero que han adoptado el credo mahometano, radicalizándose paulatinamente al entrar en contacto con elementos difusores del salafismo militante.  Hasta prácticamente los años 2009-2010, todos estos actores adscritos al terrorismo islamista que han actuado en Occidente estaban en mayor o menor medida vinculados, bien a Al Qaeda, bien a alguna otra organización satélite. En algunos casos, había sido la propia organización la encargada de captar, adoctrinar y preparar a la célula yihadista para atacar a un determinado país occidental. En otros, fueron los sujetos radicalizados los que decidieron participar en la yihad, acudiendo expresamente a países como Afganistán, Pakistán o Yemen para ser instruidos en un campo de entrenamiento, y regresando posteriormente a Europa dispuestos a poner en práctica en forma de atentados los conocimientos adquiridos.  Sin embargo, en las últimas fechas puede percibirse el aumento de incidentes (fallidos o exitosos), cuyos protagonistas son individuos que actúan de manera independiente y autónoma, es decir, sin tener ningún tipo de contacto con una organización terrorista y cuyo proceso de radicalización se produce de forma a veces meteórica mediante la visualización de propaganda yihadista disponible en Internet. Un ejemplo de lo dicho viene constituido por el atentado terrorista cometido el pasado 15 de abril de 2013 durante la maratón de Boston por parte de los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, el cual provocó la muerte de tres personas y heridas a más de 200, algunas de ellas de extrema gravedad.  A pesar de la todavía escasa información disponible, la captura con vida de Dzhokhar, un joven de 19 años de origen checheno que residía en los Estados Unidos, ha permitido a las agencias de seguridad norteamericanas confirmar que ambos hermanos actuaron de motu propio, es decir, sin seguir órdenes de una determinada organización terrorista. Su proceso de radicalización transcurrió prácticamente en su totalidad a través de Internet; lugar donde no sólo compartieron sus ideas radicales con miles de simpatizantes repartidos por todo el mundo, sino que también fue en la red global de comunicación donde adquirieron los conocimientos necesarios que les permitieron construir las bombas con las que cometieron el atentado.  Tal y como señala Javier Jordán, Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad de Granada, esta circunstancia permitiría afirmar nuevamente un éxito puntual de la campaña de movilización que desde hace varios años vienen desarrollando organizaciones yihadistas como Al Qaeda Central o Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), en aras a difundir por todo el mundo la ideología pan-islámica y radical defendida por dichas organizaciones. Entre todo ese material propagandístico disponible online cabría destacar los discursos escritos o grabados y publicados en la plataforma YouTube de Anwar Al Awlaki (un radical islamista estadounidense muerto en septiembre de 2011 por el ataque de un drone en Yemen) o la más de una decena de números de la revista Inspire, una especie de magazine yihadista online, escrito en inglés y difundido ampliamente en los foros radicales. En una de las primeras entregas de la mencionada revista se enseña con todo lujo de detalles cómo fabricar una bomba «en la cocina de tu madre». En este sentido, los dispositivos fabricados con ollas a presión que estallaron en Boston se parecían mucho a los que se mostraban en esas descripciones. Pues bien, la mencionada propaganda yihadista difundida constantemente a través de la red insiste de forma reiterada en la conveniencia de que los simpatizantes de la causa yihadista que se encuentran asentados en cualquier país occidental deben atentar en el corazón de Estados Unidos o de Europa con sus propios medios, es decir, sin pasar antes por campos de entrenamiento situados en remotas zonas de Pakistán, Afganistán, Yemen o Mali.  ISSN: 2340-6046 3  Esto supone ni más ni menos que un cambio de paradigma en el ámbito del terrorismo yihadista global; cambio de paradigma que vendría fundamentalmente marcado por la aparición y consolidación de un nuevo perfil de autor: los denominados «lobos solitarios». Efectivamente, el atentado terrorista cometido en abril en Boston no hace sino confirmar la peor de las pesadillas para las agencias de seguridad occidentales: la existencia de individuos que carecen de vínculo alguno con una organización terrorista, que viven aparentemente bien adaptados en la sociedad occidental; vecinos ejemplares, cordiales, siempre dispuestos a ayudar. Sujetos que no levantan sospechas, que no se reúnen con elementos sospechosos que permitan detectar su presencia, pero que sin embargo desatan su odio furibundo hacia el país en el que habitan una vez se recluyen en su microcosmos familiar o bien en el macrocosmos representado por la red global de Internet.   Según los datos que hasta la fecha se han podido recabar con respecto a los autores del atentado de Boston, tanto Tamerlan como Dzhokhar Tsarnaev eran dos más de los miles de jóvenes inmigrantes que estudian en Estados Unidos para forjarse un futuro mejor. Los hermanos Tsarnaev pertenecían a una familia musulmana originaria de Daguestán, una república caucásica vecina a Chechenia. En el año 2002, Tamerlan y Dzhokhar se trasladaron a EE.UU. con sus tíos, integrándose aparentemente sin problemas en la pequeña localidad de Cambridge.   Tamerlan, un licenciado en ingeniería de 26 años y que resultó muerto durante la persecución policial cuatro días después del atentado, estaba casado con una mujer estadounidense y era padre de una niña de dos años. Al parecer, en el año 2012 Tamerlan pasó seis meses en el norte del Caúcaso. Fue allí donde se sospecha que comenzó a radicalizarse. A su regreso a EE.UU. su fe integrista siguió en aumento, sobre todo a través de sus continuas incursiones en Internet. Esto hizo que el mayor de los Tsarnaev fuera investigado por el FBI por sus posibles vínculos con el terrorismo de base yihadista, ya que, tras su periplo por el Caúcaso, Rusia alertó a las autoridades norteamericanas de su extremismo. Sin embargo, su nombre cayó en el olvido ya que, según ha explicado el FBI, no se pudo comprobar ninguna actividad sospechosa. Y ello a pesar de que en los últimos cinco años, su canal en YouTube y sus visitas a diversas páginas y foros de Internet mostraban un alarmante interés por movimientos integristas vinculados al terrorismo islamista.   Por su parte, si se analiza la vida del menor de los Tsarnaev, Dzhokhar, no existe el más mínimo indicio que hiciese sospechar de su vinculación con el extremismo. Este joven de 19 años acababa de obtener una beca para estudiar biología. En el instituto había destacado como atleta, describiéndole sus profesores y compañeros como un muchacho brillante y extrovertido. Al parecer, fue Tamerlan quien le adoctrinó y le arrastró por la senda de la violencia terrorista a pesar de que Dzhokhar –al contrario que su hermano– daba continuamente muestras de su aparente integración en el mundo occidental, como lo demuestra su afición por fumar marihuana o por bailar la música rap.   Los hermanos Tsarnaev constituyen por tanto el mejor ejemplo del nuevo terrorismo, personificado por aquellos sujetos que se «auto-radicalizan», convirtiéndose en extremistas a solas, delante de un ordenador, navegando por webs yihadistas en las que no sólo aprenden a fabricar una bomba casera, sino que además encuentran todo tipo de justificaciones para llevar a cabo la yihad contra los por ellos definidos «enemigos del Islam».   ISSN: 2340-6046 4 A partir de lo explicado en los párrafos anteriores podría decirse que el atentado de Boston constituye la confirmación de una transformación tanto cuantitativa como cualitativa que se viene percibiendo en la urdimbre del terrorismo islamista trasnacional en las últimas fechas. Transformación que vendría asociada ineludiblemente a la aparición de actores no vinculados a una organización terrorista, sino que actúan como «lobos solitarios». En este sentido, existen en los últimos años una serie de precedentes en el mundo Occidental, los cuales no hacen sino avalar los argumentos expuestos en el siguiente trabajo.  Así, por ejemplo, hay que hacer referencia en primer lugar al atentado terrorista cometido el 2 de marzo de 2011 en el aeropuerto de Frankfurt (Alemania). Ese día, Arid Uka, un joven de 21 años de origen kosovar pero residente en Alemania, asesinó a sangre fría a dos soldados norteamericanos, hiriendo de gravedad a otros dos. Todos ellos se encontraban en la Terminal 2 del aeropuerto camino hacia una misión en Afganistán.   Posteriormente, el 10 de febrero de 2012, Uka fue condenado a una pena de cadena perpetua por la comisión de dos delitos de asesinato en concurso con otros dos delitos de intento de asesinato. Durante las sesiones de la vista oral, los informes presentados por la Fiscalía señalaron que el joven kosovar actuó sólo, sin estar por tanto vinculado con ninguna organización terrorista. Su radicalización transcurrió íntegramente a través de Internet, como así lo demuestran los centenares de documentos que fueron encontrados en el disco duro de su ordenador y que incluían desde discursos y conferencias pronunciadas por conocidos radicales como Anwar al Awlaki, escritos de conocidas figuras dentro de la escena yihadista internacional, así como vídeos de escenas de extrema violencia. Según señaló Uka en las sesiones del juicio oral, el desencadenante de su acción fue un video publicado en el canal YouTube en el cual se mostraba una escena de violación de una joven iraquí por parte de soldados norteamericanos.   En segundo lugar resulta necesario hacer referencia a los sucesos acaecidos en Francia en el año 2012. Así, los días 11, 15 y 19 de marzo, Mohammed Merah, un joven francés de 23 años, hijo de inmigrantes procedentes de Argelia, fue el causante de tres ataques terroristas, en el transcurso de los cuales murieron un total de siete personas, entre ellas tres niños de una escuela judía. Posteriormente, el día 22 de marzo, Merah murió como consecuencia de un tiroteo con la unidad antiterrorista que pretendía asaltar su domicilio.   Al igual que en los sucesos de Frankfurt (2011) y Boston (2013), Mohammed Merah planificó y ejecutó los atentados en solitario. También aquí su radicalización transcurrió casi de forma exclusiva a través de Internet, si bien en este caso las agencias de seguridad galas pudieron constatar la existencia de dos viajes que el joven Merah realizó a Afganistán y Pakistán en los años 2010 y 2011. En este sentido, la Fiscalía General de París ha señalado que el joven francés no utilizó para estos viajes las conocidas redes islamistas que se dedican a enviar a individuos residentes en Occidente a la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán, sino que los viajes los realizó por su propia cuenta.   Por todo lo dicho, el atentado de Boston se inscribe en el marco de los numerosos proyectos terroristas impulsados por individuos aislados y células independientes tanto en Estados Unidos como en Europa. Es evidente que en la actualidad, con Al Qaeda central en auténtico declive como consecuencia de la campaña de los drones en Pakistán y en Yemen, así como tras los éxitos procedentes de la cooperación internacional en materia antiterrorista, dicha organización no está en disposición de preparar ISSN: 2340-6046 5 y/o financiar operaciones de envergadura como lo fueron los atentados del 11-S en EE.UU o los de Londres en julio de 2005. Por tanto, las posibilidades a día de hoy de llevar a cabo atentados letales con gran número de víctimas resultan ciertamente escasas, predominando por el contrario acciones puntuales con un escaso coste en términos de vidas humanas.  Con todo, tanto las células independientes como los denominados «lobos solitarios» constituyen una auténtica amenaza para las agencias de seguridad occidentales por tres motivos fundamentales: (1) En primer lugar, se trata en todo caso de sujetos muy difíciles de descubrir ya que no responden a un perfil de terrorista «al uso». Su aparente integración en el tejido social, su disciplina y su extremada cautela hacen muy difícil las tareas de identificación y eventual control; (2) En segundo lugar, la radicalización de estos sujetos suele ser en muchos casos meteórica, sobre todo por el papel fundamental que está jugando Internet en las tareas de captación, adoctrinamiento, reclutamiento y preparación para la comisión de atentados terroristas; (3) Finalmente, en tercer lugar, el fenómeno de los «lobos solitarios», ejemplificado de manera clara en el atentado de Boston o en los ataques cometidos en Francia en el año 2012, ha conseguido lograr una abundante cobertura mediática a nivel mundial, algo que, no cabe duda, constituye un auténtico éxito para los terroristas, sedientos de la atención de la opinión pública.   Lo que resulta más grave y preocupante si cabe es que sucesos como el de Boston pueden servir de fuente de inspiración a otros grupos o individuos aislados que hasta ahora limitan su simpatía con la causa yihadista a la militancia virtual a través de Internet. Mientras que estos sujetos, en muchos casos alienados de sus sociedades, «hervían a fuego lento» inmersos en un relativo aislamiento, incapaces de conectar o comunicarse con otros sujetos que compartían sus problemas, sus frustraciones o sus ideales, hoy en día Internet ha cambiado radicalmente esta situación. Es indudable que la red global de comunicación ha supuesto un elemento crucial para la expansión de lo que ya sin ambages se conoce como «generación yihad», haciendo posible que sujetos separados por miles de kilómetros y asentados en ámbitos y contextos socio-culturales distintos puedan comunicarse entre ellos e intercambiar tanto experiencias como información. Y estando una parte de ellos dispuestos a dar el salto de la militancia virtual al compromiso real en el ámbito físico, al margen de una organización terrorista, aunque, eso sí, compartiendo su ideología hasta límites insospechados.   

El atentado de Boston. ¿Un cambio de paradigma en el contexto del terrorismo yihadista global?

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