El juramento que acabo de prestar me compromete ante Dios y ante la Patria a cumplir fiel y lealmente las funciones de Presidente constitucional de la República durante el término comprendido entre el 7 de agosto de 1978 y el mismo día de 1982. Aspiro a entregarle entonces a mi sucesor un país sometido a las normas del derecho, en el que el pueblo y las Fuerzas Armadas emulen noblemente en el mantenimiento de las instituciones democráticas y de los mecanismos representativos, como hoy, al finalizar una administración que entra al juicio justiciero de la historia, lo recibo de manos de mi ilustre antecesor, el señor presidente López Michelsen