El objetivo del artículo es analizar las posibilidades y condiciones que ofrecía México a la inmigración judía durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, momento que coincide con una fuerte corriente de emigración judía de Europa y el Medio Oriente hacia América. En este sentido se analiza el tránsito de la política inmigratoria mexicana y las posiciones gubernamentales, las cuales pasaron de un espíritu liberal y de puertas abiertas —que no sólo no limitaba, sino que promovía, entre otras, la inmigración judía— a una política de puertas cerradas, que durante la década de los años treinta conllevó una actitud de franco rechazo frente a la entrada de una gran cantidad de grupos étnicos, religiosos y nacionales al país, entre los cuales se encontraba el grupo judío