La literatura ha estado desde siempre asociada al poder, y en la Edad Media oriental esto no es una excepción. Cuando Abu’l-Qāsem Ferdowsī terminó su gran obra, el Šāh-nāmeh, en 1010, esta se transformó en un elemento legitimador de las dinastías que durante los siglos medievales pugnarían por el dominio de Persia. A través de sus versos y de una vinculación histórica y mitológica, «el Libro de los Reyes» se convirtió en un símbolo de poder y monarquía, ya que pretendía recoger toda la historia de Persia hasta la fecha y recuperar el glorioso pasado aqueménida, con todo el territorio unificado. La llegada del Islam y la fragmentación del imperio persa fueron el caldo de cultivo para diferentes dinastías que, siempre vinculadas al Šāh-nāmeh, se considerarían los legítimos señores de Persia