Universidad y Crisis

El tema de la Universidad, su historia, su trascendencia, sus perspectivas, es un tema que por el interés que suscita, cruza la sociedad entera. Las recientes encuestas levantadas por investigadores de esta Universidad Centroamericana, sobre el grado de apoyo que la población nicaragüense brindaba a la demanda universitaria de que el Gobierno de la República cumpliera con el 6% del presupuesto estatal, consignado en la Constitución, mostraron que el respaldo a dicha demanda habría superado el 80% de la población entrevistada. Estos resultados no sorprenden, por cuanto coinciden con las tendencias históricas de simpatía que la causa universitaria despierta en el pueblo nicaragüense, desde las ya lejanas luchas por la Autonomía Universitaria frente a la dictadura somocista, hasta estos días. Este apoyo se asienta no solo en la alegría y el bullicio de los estudiantes, que son importantes, sino porque la Universidad representa la esperanza, las expectativas de un pueblo que desea su superación material, moral y cultural. Asistir a la Universidad ha sido visto y sentido como el camino para salir de la pobreza. Ha sido visto como la principal vía para el ascenso social, y la reivindicación de muchas madres y padres para sus hijos frente a una educación que a ellos les estuvo negada. Por esto, la causa universitaria no puede ser vista con los estrechos criterios de rentabilidad con que pretenden medirla aquellos cuya única referencia son los textos escritos para otras culturas y otros contextos. Debe ser vista con los ojos de la esperanza de padres y jóvenes, que ven en la Universidad la única salida para superar la pobreza, la ignorancia, la degradación y la salida a una situación de crisis nacional, sin perspectivas claras de solución en el corto plazo. Por eso, la responsabilidad de la Universidad y los universitarios frente a esa sociedad es muy grande. Ese apoyo, pero sobre todo esa esperanza, no pueden ser frustrados cuando los ojos de esa población están puestos en las instituciones universitarias y esperan de ellas respuestas adecuadas a sus expectativas y a una dinámica de cambios vertiginosos, propios del mundo de los umbrales del siglo XXI. En el mundo de hoy se habla de globalización y de una sociedad mundial. Como señala el Dr. Carlos Tünnerman, "los desafíos y problemas que enfrentan las naciones y los pueblos deben ser vistos como desafíos y problemas de dimensión global". En ese escenario globalizante, de inmensos avances tecnológicos, el que gracias a la informática y otras ciencias, también es más pequeño, en la medida que la información puede llegar, en cuestión de segundos, a millones de personas situadas a enormes distancias unos de otros. En este escenario y en esta época, definida por algunos como de grandes esperanzas, pero también de desesperanzas y ásperas contradicciones, corresponde situar el alcance y la dimensión de los debates