2 research outputs found
El juego de pelota de Malpasito, Huimanguillo, Tabasco. 33. Arqueología
Agrinier, Pierre
1969. Excavations at San Antonio, Chiapas, México,
N.W.A.F. Papers, núm. 24, Provo Utah.1990. “La Cultura Zoque en la depresión central
de Chiapas”, en Amalia Cardos (coord.), La época
clásica, nuevos hallazgos, nuevas ideas, Seminario de
Arqueología, MNA, INAH, México.Becquelin, Pierre y Eric Taladoire
1990. Tonina: une citë maya du Chiapas,
Recherches archeologiques 1979-1980, México,
Centre D’Estudes Mexicaines et
Centroamericaines, vol. VI, t. IV, México.Cepeda Cárdenas, Gerardo
1972. “Dos construcciones rituales del juego de
pelota Mesoamericano”, en Jaime Lituak y Noemí
Castillo (eds.), Religión en Mesoamérica, XIII Mesa
Redonda de la Sociedad Mexicana de
Antropología, México, pp. 127-133.Cuevas Reyes, Francisco
1992a. “Proyecto arqueológico Sierras Bajas de
Tabasco”, Boletín del Consejo de Arqueología 1991,
México, INAH.1992b. “Informe del proyecto arqueológico Sierras
Bajas de Tabasco: segunda temporada”, México,
Archivo Técnico del INAH.1994. “Informe del proyecto arqueológico
Malpasito, Huimanguillo Tabasco: temporada1993”, México, Archivo Técnico del INAH.2002. “Informe del proyecto de Salvamento
arqueológico Carretera Ocozocoautla-Las
Choapas”, México, Archivo Técnico del INAH.2004. “Informe del proyecto arqueológico
Malpasito: análisis de materiales arqueológicos”,
México, Archivo Técnico del INAH.Hill, W.D., Michael Blake y John E. Clark
1998. “Ball court design dates back 3,400 years”,
Nature, vol. 392, núm. 6679, pp. 878-879.Lee, Thomas A. Jr.
1974. Mound 4 excavations at San Isidro, Chiapas,
México, Papers of the New World Archaeological
Foundation, núm. 34, Provo, Utah.Lowe Negron, Lynneth Susan
1996. “El salvamento arqueológico de la presa de
Mal Paso, Chiapas: excavaciones menores”, tesis
de licenciatura en Arqueología, México, ENAH.Matos Moctezuma, Eduardo
2000. “El Juego de Pelota con doble cancha de San
Isidro”, Arqueología Mexicana, vol. VIII, núm. 44,
pp. 42-45.Navarrete, Carlos, Thomas A. Lee Jr. y Carlos Silva Rhoads
1993. Un catálogo de frontera: escultura, petroglifos y
pinturas de la región media del Grijalva, Chiapas,
México, UNAM.Piña Chan, Román y Carlos Navarrete
1967. Archaeological research in the Lover Grijalva river
region Tabasco and Chiapas, New World
Archaeological Foundation, Papers núm. 22, Provo
Utah.Silva Rhoads, Carlos
1985. “Investigaciones arqueológicas en el Grijalva
Bajo: la región de Peñitas”, tesis de licenciatura de
Arqueología, México, ENAH.Taladoire, Eric
1981. Les terrains de jeu de balle, Estudios
Mesoamericanos, Serie II, núm. 4, México,
Misión Arqueológica y Etnológica Francesa en
México.2000. “El Juego de Pelota Mesoamericano; origen y
desarrollo”, Arqueología Mexicana, vol. VIII, núm. 44.
pp. 20-27
. 33. Arqueología
En este número, como ya es costumbre, se han conjuntado trabajos que incursionan en los diferentes ámbitos de estudio de la arqueología, desde los que abordan temas tradicionalmente mesoamericanos hasta los más especializados técnicamente hablando. Abarcan también entornos geográficos más alejados, como es el caso de Panamá, donde con una minuciosa lectura se perciben las similitudes en algunos aspectos de la cultura material con nuestras regiones tropicales.
El primer trabajo, de Urcid y Killion, trata sobre los olmecas en la región de Hueyapan de Ocampo, Veracruz. La amplia experiencia en arqueología y etnoarqueología de la región de los Tuxtlas origina una interesante discusión sobre la organización económica y política en esta área medular para la comprensión del fenómeno olmeca.
En el texto de Tiesler y Campaña se conjugan armónicamente los datos arqueológicos y de la antropología física en la descripción de algunas prácticas de sacrificio humano, su oferta y el tratamiento mortuorio durante el Clásico en el sitio de Becán, Campeche, con interpretaciones y comparaciones de las costumbres funerarias y de su expresión ritual.
El siguiente artículo, el de Cuevas Reyes, describe un complejo arquitectónico de juego de pelota —plaza, cancha, temazcal, escalinatas— en el Clásico tardío, en la región de Malpasito, al sur de Tabasco. Con un manejo de corte tradicional de los datos, se plantea un análisis espacial y de los materiales arqueológicos asociados.
Aurora Montúfar, bióloga con una gran experiencia en trabajos paleobotánicos, enriquece la identificación botánica de los copales hallados en cuatro ofrendas del Templo Mayor con anotaciones de carácter etnohistórico y actual sobre la función y la importancia de esta resina en la vida ceremonial de los mexica.
En esta selección de artículos intencionalmente “misceláneos”, pudimos incorporar una reflexión histórica sobre la arqueología mexicana realizada por Ovalle. Su propuesta de dos tradiciones pragmáticas en la investigación arqueológica, secuenciadas y ligadas a la progresiva institucionalización de la práctica misma, podrá despertar tanto adhesiones como críticas, pero seguramente alimentará nuestro diálogo académico.
Tres de las contribuciones de este número conforman un apartado especial dedicado al sitio de Cantona, uno de los centros más importantes del Altiplano mexicano durante el Clásico y el Epiclásico. Los artículos, derivados de ponencias presentadas en la XXVII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, en un simposio titulado “Cantona y su entorno”, aportan nuevos datos sobre los orígenes, la cronología y la estructura arquitectónica y urbana de esta ciudad.
Finalizamos con una interesante aportación de Mayo y Cooke sobre lo que ellos denominan una región cultural, a través de un análisis minucioso de la industria lítica del sitio Cerro Juan Díaz, en la región central del Gran Coclé en Panamá; se realizan inferencias tecnológicas y funcionales sobre una ocupación de grupos costeros con agricultura del periodo Cerámico. Este trabajo puede ayudarnos a ampliar nuestras perspectivas por su propuesta tipológica inusual en México, por algunas semejanzas sugestivas con algunas industrias líticas del Sureste y de la Costa del Golfo.
El seguimiento en este número de la controversia académica entre los investigadores Castellón y Rivas, lo que definiríamos una discusión “civilizada”, en nuestra opinión permite avanzar en la construcción de un entorno académico más abierto a la crítica y a la superación profesional. Es una muestra palpable de la necesidad de aprender a discutir, a veces a contracorriente, en un río
permanente de información
Por último, reiteramos nuestra invitación a colaborar con la revista que, a pesar de las limitaciones de todo tipo en las que se debate —y que estamos en la mejor disposición de corregir—, intenta constituirse en un instrumento de comunicación académica abierto e independiente.</p