169 research outputs found

    Houssay, Leloir y los nóbeles latinoamericanos de ciencias

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    La ciencia latinoamericana tuvo un auge con los investigadores del Cono Sur, en particular argentinos, siendo tres de ellos galardonados con el premio Nobel. El primer maestro fue Bernardo Houssay quien, con su discípulo Luis Federico Leloir, logró consolidar un grupo de investigadores en temas hormonales, que tuvieron resonancia mundial. La ciencia fue progresivamente dirigiéndose a la moderna biología molecular. Infortunadamente, las crisis políticas y económicas fueron alejando a muchos, a pesar del reconocido nacionalismo de los argentinos. Actualmente, la producción científica latinoamericana es marginal en comparación con Estados Unidos y los países europeos, y aunque se han venido formando numerosos científicos gracias a los programas de doctorado y al buen recurso humano, los problemas políticos y los dudosos manejos estatales de los escasos ingresos, no han permitido un nuevo despegue de la investigación regional. Abstract Science in Latin America had a peak with southern cone researchers, particularly the Argentinian ones, being three of them awarded with a Nobel prize in sciences. First master was Bernardo Houssay who, along with his pupil Luis Leloir, consolidated a group of scientists that digged into the mystery of hormones and metabolism, reaching world fame throughout time. Science then moved to modern molecular biology. Unfortunately political and economic crises led some to migrate, independently of known Argentinian nationalism. Nowadays, science production in Latin America is marginal, as compared to United States and some European countries. Although, thanks to government programs to generate investigators with doctorates we have more qualified human resources, political problems and doubtful expenditure of scarce incomes have not allowed a definitive launching in regional researc

    Hans Selye y la endocrinología social

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    La endocrinología se enriqueció enormemente por la descripción del síndrome general de adaptación, seguido de aquella teoría del estrés del húngaro Hans Selye, quien finalizaría sus días como canadiense por adopción. Para su época de estudiante de medicina en la Universidad Alemana de Praga, este hijo de un cirujano del Imperio Austro-Húngaro empezó a observar que sus pacientes —además de los síntomas de la enfermedad por la cual consultaban— presentaban cansancio, pérdida del apetito y de peso, astenia y otras manifestaciones que hoy tal vez incluiríamos en el síndrome de fatiga crónica, algo que él llamaría “sentirse enfermo”. Una vez graduado de médico, estudió en su universidad química orgánica, obteniendo un doctorado. Después fue becario de la Rockefeller en Johns Hopkins para estudios posdoctorales y luego pasó a la Universidad de McGill, donde se desempeñó como profesor de bioquímica. Mientras trabajaba allí, uno de los proyectos del departamento consistía en administrar a ratones un macerado de ovario o de placenta, en la búsqueda de alguna nueva hormona. Los animales de experimentación respondían con cambios fisiopatológicos consistentes en hiperplasia de las glándulas suprarrenales, atrofia del timo y de órganos linfáticos y hemorragias, especialmente del tracto digestivo (por úlceras gástricas superficiales). Como sus intentos por purificar alguna sustancia hormonal causante de los cambios fallaron en su totalidad, no podía comprender en realidad qué estaba produciendo esta patología. Selye tomó entonces la decisión de ensayar otro tipo de productos o de sobrecargas al organismo, para ver su efecto agudo en el ratón. Lo observado ocupó la primera parte de una carta que envió al editor de la revista Nature, publicada en mayo 18 de 1936, en una sola página, poco más de 500 palabras, a renglón seguido de cartas de otros autores y sin incluir una sola referencia

    Historia de los receptores

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    Extracto Un receptor celular —tal como se conoce hoy— es una estructura tangible y sofisticada, necesaria para la acción de los ligandos. Gracias a ellos, se llevan a cabo los procesos bioquímicos que ponen en marcha la maquinaria genética y, en última instancia, la vida. Hace un siglo, dos científicos habían sugerido su presencia, aunque de manera un tanto nebulosa. Con el escepticismo incluso de los más sabios, el creciente conocimiento de la función del sistema nervioso neurovegetativo (en particular el adrenérgico), fue reforzando la “teoría del receptor”, un concepto farmacológico que pasó del terreno de la hipótesis a un conocimiento detallado y real. La “teoría del receptor” explica el mecanismo de la activación del receptor y describe modelos para explicar las acciones de un fármaco. Hasta ahora, casi todos los modelos teóricos cuantitativos de función de receptores se han centrado en los canales de intercambio iónico y los receptores acoplados a proteínas G. Su contraparte, el ligando (que puede ser una hormona o un neurotransmisor), es no solo de importancia farmacológica sino lógicamente neuroendocrina. Fármacos y hormonas nuevas, se buscan a través de los receptores. Los que no tienen un ligando natural conocido (receptores huérfanos), son de gran interés investigativo

    Carta al editor: Tratamiento del hipoparatiroidismo con hormona paratiroidea (PTH)

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    Fragmento He leído con interés la muy completa revisión de los doctores Esteban Cardona, Carlos Alfonso Builes Barrera y Alejandro Román González, titulada Tratamiento del hipoparatiroidismo con hormona paratiroidea(1), la cual fue publicada en su prestigiosa revista. A través de su digno conducto, quisiera preguntarles a los autores ¿cuál es la experiencia colombiana (si la hay) con alguno o con ambos preparados de parathormona como suplencia hormonal en hipoparatiroidismo? Además, quisiera saber si Forteo® (teriparatida o PTH 1-34) o Natpara® (PTH 1-84) se consiguen a través de formulación con las EPS

    Tratado de tiroides

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    El comienzo de 2015 nos trajo una agradable sorpresa editorial. Apareció un libro —finamente impreso por la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo— titulado Tratado de Tiroides, cuyo editor es un acucioso tiroidólogo, el doctor Carlos Alfonso Builes Barrera. Recordé lo difícil que fue, hace más de 40 años, haber pasado por el mismo trabajo editorial cuando con la Sociedad (ahora Asociación) de Endocrinología, publicamos La Tiroidología en Colombia, con muchas menos pretensiones que esta documentada obra. En el primer número de nuestra revista, tuve oportunidad de publicar “Aportes colombianos a la Endocrinología”, artículo donde se observa cómo han cambiado las cosas, pienso que para bien. Las mejores investigaciones colombianas sobre tiroides las dirigen cirujanos de cáncer de cuello e inmunólogos interesados en la autoinmunidad, con experiencia en investigación. Controlado está ya el bocio endémico, así existan pocas zonas yodo-deficientes en nuestro país; desapareció por tanto el cretinismo, y el hipotiroidismo congénito se detecta en el recién nacido, con cobertura casi total. En cambio, la enfermedad tiroidea autoinmune es común (tanto la enfermedad de Graves como la tiroiditis de Hashimoto), al igual que el hipotiroidismo subclínico, en particular en las mujeres posmenopáusicas; el bocio/nódulo tiroideo sigue siendo objeto de estudio por su potencial de malignidad. De vez en cuando, hay epidemias virales seguidas de episodios de tiroiditis subaguda, la discusión sigue sobre si las cirugías para cáncer papilar de tiroides (el más común y de buen pronóstico), deben ser conservadoras o radicales. Entre las pruebas de función tiroidea, el metabolismo basal, la yodoproteinemia y la captación de yodo radiactivo, desaparecieron por completo al ser remplazadas por la TSH ultrasensible, la tiroxina libre y los anticuerpos antitiroideos

    Historia de las glándulas paratiroides

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    Encontramos en la literatura médica numerosas y documentadas presentaciones monográficas sobre este tema. A ellas hemos acudido, al igual que a otros artículos más detallados sobre aspectos específicos de esta interesante epopeya investigativa, a la que han contribuido también los estudios de casos memorables. Para no extendernos demasiado, hemos resuelto mencionar sólo marginalmente la historia de la vitamina D, o la del metabolismo óseo, calcitonina, osteoporosis y la de la osteodistrofia renal (hiperparatiroidismo secundario). Sobre la historia de la vitamina D contamos con excelentes revisiones que el lector interesado puede consultar. Cuando tocamos temas históricos, generalmente nos referimos a los hechos y personajes que han participado en un descubrimiento, descripción o comprensión de algo hasta el momento desconocido. Sin embargo, en las ciencias de la vida es conveniente describir la historia evolutiva, que precede a cualquier descubrimiento biológico. Historia evolutiva El “mar primordial” en la Tierra fue originalmente rico en potasio y magnesio. Cuando aparecieron las células primitivas (con membranas y capacidad de autorreproducirse), este entorno marino fue cambiando muy lentamente, convirtiéndose en un medio rico en calcio y sodio pero pobre en magnesio y potasio. Posteriormente, al evolucionar estas células primitivas a una forma de vida más desarrollada, apareció un endoesqueleto calcificado. Nuestros ancestros vertebrados fueron peces primitivos que vivieron en lagos y ríos durante el periodo siluriano y el ordovícico. Como la disponibilidad de calcio en estas aguas fue variable, estos organismos marinos empezaron a guardar depósitos de calcio. Dichos peces retornaron al mar y cambiaron el esqueleto osificado por cartílago, debido a la alta salinidad y concentración de calcio. Sin embargo, los peces mandibulados sí desarrollaron una glándula último branquial a partir de la cresta neural para producir calcitonina desde células C y así controlar una posible hipercalcemia

    Stein, Leventhal y el síndrome de ovarios poliquísticos

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    Fragmento Para las primeras décadas del siglo XX ya existia un conocimiento aceptable sobre el ciclo menstrual, la funcion ovárica y las hormonas femeninas, en particular la potente actividad estrogénica de la orina de las mujeres embarazadas encontrada por serendipia en 1928 (Ascheim y Zondek). Papanicolau había demostrado la fluctuación hormonal durante el ciclo por sus citologías y en 1929 Doisy y Butenandt aislarían la estrona de la orina de las embarazadas y descubrirían la estructura de la estrona cristalizada, como un esteroide. Gracias a esto, los químicos aprendieron a manipular las moléculas esteroides, generando la posibilidad de su síntesis química. En 1935 se aisló el 17- beta estradiol, considerado el estrógeno natural más potente, lo que se logró a partir de 4 toneladas de ovarios porcinos; de esta enorme cantidad de tejido, solo se sacaron 10 mg de hormona cristalizada. Cinco años antes, Corner y Allen, en la Universidad de Rochester, descubrieron la progesterona

    Orbitopatía tiroidea

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    Fragmento La enfermedad de Graves (EG) es una de las patologías más interesantes que competen al endocrinólogo. Siempre consideré que la orbitopatía (OG) era una rueda suelta en el manejo de la EG (además del más raro mixedema pretibial), y parecía que los oftalmólogos tampoco estaban muy familiarizados con ella. Algunos insistían en usar los epónimos de sus signos oculares, lo que nunca me pude aprender, y parece que ya se ha olvidado. Los signos oculares aparecen aproximadamente en 1 de cada 4 pacientes, y cuando esto ocurre (además de encaminar al médico hacia el diagnóstico), generalmente son de naturaleza leve. Las OG moderadas y severas afortunadamente son menos frecuentes; el artículo de Gómez y colaboradores (1) nos actualiza en tan difícil tema. La preferencia del endocrinólogo sobre el tratamiento de la EG ha variado a través del tiempo. La tiroidectomía fue la primera en desacreditarse porque, como se hacían subtotales, permitían la recurrencia del remanente tiroideo. Los antitiroideos, al principio muy de moda, empezaron a ser menos utilizados por el alto porcentaje de recurrencia. Algún autor recomendaba el uso concomitante de triyodotironina para disminuir los relapsos; sin embargo, el yodo radiactivo (I-131) empezó a posicionarse de primeras por su alta eficacia en la prevención de recurrencias, aunque había que manejar el hipotiroidismo de manera constante

    La revolución del yodo en el siglo XIX

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    La historia del elemento yodo y su relación con la glándula tiroides se remonta a la antigüedad. En países milenarios como China se recomendaba el uso de cenizas de algas y esponjas marinas para tratar el bocio, endemia que amenaza al 30?% de la población humana que reside en lugares apartados de los mares, donde el yodo se encuentra en abundancia. Solo hasta 1811, Courtois descubrió el yodo en las algas marinas por serendipia y Gay-Lussac y Davy perfeccionaron el conocimiento respecto a X. Coindet en Suiza fue el primero en tratar con yodo a sus pacientes bociosos, aunque un poco antes Boussingault había recomendado al gobierno granadino usar aguas ricas en yodo para añadir a la sal de Zipaquirá. Por su parte, Baumann aisló de la glándula tiroides una proteína rica en yodo y, en Europa, en particular en Francia y en Suiza, se iniciaron programas de yodización de la sal que tuvieron altibajos. Los estudios de Marine en los Estados Unidos y su programa de profilaxis del bocio en estudiantes de colegio en Akron, Ohio, precedieron a la instalación de protocolos para un programa mundial de yodización de la sal, cuyo fin es erradicar el bocio endémico y el cretinismo asociado

    Descubrimiento del hipotiroidismo

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    Fragmento. La relación entre la glándula tiroides, cretinismo, mixedema del adulto y caquexia estrumipriva solo fue definida hacia finales del siglo XIX. El concepto de hipotiroidismo, que hoy nos parece obvio y sencillo, no existía. Habría que esperar a que —a finales del siglo XX— se descubriera el radioinmunoanálisis, se midieran las hormonas tiroideas y la TSH ultrasensible en suero, y se encontraran las desyodasas que en últimas regularían también la función tiroidea a través de la producción periférica de triyodotironina. Antes de tocar el tema que nos ocupa, es conveniente conocer los antecedentes que se refieren al conocimiento del bocio endémico y su tratamiento en la antigüedad, las primeras descripciones anatómicas de la glándula tiroides, la relación de ésta con el yodo, al hipotiroidismo congénito o cretinismo, y al descubrimiento del hipotiroidismo como tal, dejando para otra ocasión el tema de su tratamiento
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