Los contrafácticos han suscitado muchas polémicas. Una de ellas ha girado alrededor
del grado de vaguedad que los afecta. Otra, alrededor de la posibilidad de fijar criterios de
verdad claros y no sujetos a arbitrariedades.
Algunos autores (en especial y paradigmáticamente D. Lewis, cuya teoría de los
contrafácticos se ha convertido en la principal referencia sobre el tema) proponen un análisis
semántico que fija con toda precisión las condiciones de verdad. Pero su aplicación depende
de un cierto factor -relación de ordenamiento para Lewis, función de selección para
Stalnaker, etc.- que será elegido a su vez por consideraciones pragmáticas, y que será el que
carga con la vaguedad.
En el caso de Lewis se puede decir (en forma por demás simplificada) que el
condicional contrafáctico 'si fuera el caso que A seria el caso que C' será verdadero si el
consecuente C se cumple en los mundos que se asemejan más al mundo efectivo entre
aquellos en que se cumple el antecedente. Fijado un criterio de semejanza, o en palabras de
Lewis, una relación de similaridad comparativa global, la determinación del valor de verdad
del contrafáctico dependerá exclusivamente de una investigación del mundo efectivo. No
habrá ya lugar a vaguedad ni a subjetividad. Pero esta relación de similaridad comparativa
global no parece poder ser impuesta en forma única, ni es algo que encontramos fuera de
nosotros mismos