Los últimos decenios del s. XIV y primeros del XV muestran
claros síntomas de la presencia de nuevas directrices culturales
que van a provocar la admiración y el interés por todo lo que
representa el mundo greco-Iatino, que se convierte así en un
modelo ideal al que hay que imitar; hecho que determinó una
de las transformaciones más decisivas en el curso de la historia
de España en su ámbito cultural.
En este proceso desempeña un papel crucial la labor realizada
por D. Enrique de Villena, o de Aragón (1384-1434), autor,
que tanto en su producción en prosa como en verso, trató de
transplantar a nuestra lengua, los nuevos conceptos que descubrió
en ese mundo clásico. Ello provocó al tratar de convertirla en
vehículo de expresión digno de verter a ella los textos latinos,
el desarrollo de una fecunda tarea de enriquecimiento de la lengua
romance por no fallar equivalentes vocablos en la romancial texedura
en el rudo y desierto romance, para exprimir los angelicos
cocebimientos virgilianos (1).
Para elaborar el presente trabajo, sometemos a análisis la
traducción realizada por Villena de La Eneida de Virgilio. Nos
centramos en el Libro I de la traducción para la determinación
de los diversos procedimientos lingüísticos utilizados por el autor
al llevar a cabo la traducción y adaptación de los términos latino