La democracia es un proceso continuado de evolución de la sociedad. Implica un movimiento permanente en la elección de los ciudadanos por apostar por una constante colaboración y aprendizaje mutuo. Existe, en consecuencia, un vínculo inquebrantable entre los fundamentos democráticos y los fundamentos educativos de una sociedad. No es posible un gobierno abierto, una aspiración democrática de toda sociedad que se precie de serlo, sin una base educativa clara. El derecho y la educación juegan un vital papel en el desarrollo de toda sociedad de manera que la plasmación de la voluntad de los ciudadanos en escenarios de gobierno abierto pasa, inexorablemente, por una apuesta decidida por una mejor educación. A la profesora Montero este razonamiento no le es ajeno y lo expresa, sintéticamente, al indicar que «una mayor educación en Gobierno Abierto conduce a un incentivo a la participación y colaboración» (pág. 76)