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Crítica de las interacciones del alma aristotélica y cartesiana a partir de la ciencia normal
Los arqueólogos y antropólogos han recogido manifestaciones religiosas desde la existencia del hombre. Las primeras sociedades utilizaban la privación sensorial y los alucinógenos para distorsionar la percepción y facilitar el proceso imaginativo. Idearon todo tipo de historias en torno a entes incorpóreos que explicaron el origen y destino del universo, eliminando el malestar que genera la incertidumbre. Los más intuitivos relacionaron la posición de los astros con el cambio de clima, determinaron con relativa precisión cuándo cazar y recolectar.
Así se formaron las primeras sociedades teocráticas, donde unos pocos ilustrados dominaban a la mayoría haciéndoles creer que tenían poderes divinos o que por lo menos mantenían una línea exclusiva de comunicación con algún dios que sabía cuándo sembrar y cosechar. Sin embargo, muchos de los primeros sacerdotes acabaron confiando en los mitos que ellos mismos habían creado. Cuando algún cambio climático no coincidía con las predicciones significaba que los dioses estaban molestos por lo que era necesario hacer más ofrendas y sacrificios. Si los ritos no funcionaban, entonces los sacerdotes habían perdido la divinidad; y si ya no eran divinos, no había que temerles, sino más bien reemplazarlos por otros que sí lo sean. El retorno a la incertidumbre propició todo tipo de revoluciones. El inicio y decadencia de las religiones, tanto como la creencia en seres sobrenaturales, están ligadas intrínsecamente al nacimiento y muerte de las civilizaciones.Tesi